Jorge Luis Borges había escrito alguna vez que la democracia era un abuso de la estadística. Una ironía hiriente parida por el caos que muchas veces había invadido el país a pesar de las urnas. Pero aquel 22 de diciembre de 1983, el mas grande escritor argentino de la historia confesó en Clarín que el triunfo de Alfonsín :¨lo había refutado espléndidamente¨.

Su utopía anarquista encontró una veta de realismo y con el talento filoso del mejor cirujano dijo que aquella refundación ¨nos enfrenó a un caos que aquel día tomó la decisión de ser un cosmos. Lo que fue una agonía puede ser una resurrección¨. El mas talentoso ebanista del idioma español habló de dejar atrás aquella pesadilla obstinada, el horror público de las bombas, el horror clandestino de los secuestros, de las torturas y de las muertes, la ruina ética y económica, la corrupción, el hábito de la deshonra, las bravatas, la mas misteriosa, ya que no la mas larga, de las guerras que registra la historia¨. Y finalmente se complació de que ¨ya no estaremos mas a merced de una bruma de generales¨.

Me permito citar aquel texto maravilloso de Borges para celebrar desde la excelencia los 30 años de democracia que hoy cumplimos. Aquella tapa del diario que fue un sentimiento colectivo interpretado por Marcos Cytrynblum que tuvo una sola palabra:¨Llegamos¨. Ese sueño nacional de que Nunca Mas nadie fuera a golpear la puerta de los cuarteles para corregir las imperfecciones de la democracia.
 
Hoy creo que ese es el logro mas grande que hemos conseguido entre todos. No hay otro remedio que mas y mejor democracia. Aquel 10 de diciembre de 1983 el mundo celebraba "El día universal de los Derechos Humanos". Nosotros también. Pero le agregamos otro festejo: la democracia eterna.

La democracia es un producto colectivo y por lo tanto cada país la construye a imagen y semejanza de su gente. Tiene todas nuestras miserias y nuestra grandezas. Por eso se puede decir que tres décadas después, se hizo mucho. Pero que también falta mucho por hacer. Ayer hablé de Alfonsín como el padre refundador. Pero el hecho refundador fue sin dudas el histórico juicio a las juntas. Una síntesis de coraje cívico y sensibilidad republicana. Nada sólido se podía construir sobre la base del olvido y la impunidad con el terrorismo de estado. Habíamos tocado fondo y no podíamos mirar para otro lado. Creo que ya estamos en condiciones de firmar un nuevo pacto democrático entre todos los sectores políticos y sociales.

Que el objetivo debe ser llenar de contenidos de justicia social y equidad el envase indispensable del marco legal. De hacer realidad aquella esperanza dicha en las tribunas. Lograr que con la democracia se coma, se eduque y se cure además de que sea el territorio de la libertad. Hay muchas acechanzas. Los autoritarios y los corruptos de siempre a los que hay que sumar la mas terrible de las novedades: los narcotraficantes.

Ellos envenenan a la comunidad y al individuo. Prostituyen a las instituciones y a la familia. Son una nueva forma de la muerte colectiva. Carecen de ideología y solo se inclina ante el altar de los dólares. Por eso hay que fomentar el diálogo. Que no sea formal ni bobo y que valore sus consensos y sus disensos. Que construya un nueva agenda de estado indestructible de la que se hagan cargo todos los gobiernos que vengan sin que importe su camiseta partidaria. ¿O combatir la marginalidad, la inequidad y la droga no es una tarea titánica y de todos.? Es la manera de fortalecer las fragilidades que la democracia todavía tiene. Para no permitir que ningún salvaje intente saquearla. Toda la ayuda solidaria del estado a los sectores marginales. Toda la potencia represiva del gobierno a las mafias de los narcos.

La democracia es un patrimonio de todos los argentinos. Como dijo Alfonsín en aquel discurso glorioso desde el Cabildo: " Vamos a hacer el país que nos merecemos. Y lo vamos a poder hacer no por obra y gracia de gobernantes iluminados sino por eso que la plaza está cantando, porque el pueblo unido jamás será vencido". Hoy no estamos unidos como en aquellos días. Hoy demasiada irracionalidad y fractura social nos amenaza.

Los días terribles que estamos pasados demuestran el estallido de los lazos solidarios indispensables. Por eso cerrar esa fisura social es la tarea de las tareas. Pacificar el país, extirpar la venganza y resucitar la hermandad. Son los cimientos de los nuevos tiempos. Para derrotar al caos que quiere volver y refundar el cosmos que soñaba Borges. Para que podamos transformar la agonía en resurreccción. Que así sea.