Cristina castigó duramente a Daniel Scioli. Lo humilló. Casi no hay antecedentes de semejante paliza simbólica y en público, delante de la militancia de Lomas de Zamora. Es verdad que Cristina nunca lo quiso. Que lo desprecia, que en la intimidad lo considera un neoliberal menemista gerente de las corporaciones. Pero ayer las críticas fueron terribles. Sin nombrarlo, por supuesto, arremetió contra el gobernador gritando que a ella no se le ocurrió mirar para otro lado en La Plata, como hicieron otros. Y habló de la protección mediática, de los que tienen un millón de amigos y no se atreven a afectar los intereses de los poderosos y no la defienden cuando es atacada. En el momento de mayor bronca, la presidenta exigió que no la tomaran por estúpida.
 
Scioli, como es su costumbre, en silencio ponía cara de yo no fui. Se hacía el boludo. Tanto el contenido como el tono de voz de Cristina fueron realmente agresivos. No hay demasiados antecedentes de un ataque semejante al gobernador en su propia cara y en su propio territorio. Trajo el recuerdo de aquel acto del 9 de setiembre del año 2010 cuando Néstor Kirchner le reclamó que dijera quien le ataba las manos para combatir la inseguridad.

En aquella ocasión, Scioli la dejó pasar y a los 20 días, Néstor lo invitó al sur para que lo acompañara en un acto. La gran pregunta política es porque la presidenta fue tan a fondo. ¿Qué pasó? ¿Es un berrinche del momento y una venganza porque Scioli había hecho declaraciones a la mañana contra el odio y el fanatismo? ¿Fue una respuesta a Scioli que cruzó a los docentes en paro y los calificó de desestabilizadores de las familias bonaerenses? ¿O es algo mas planificado? Parte de un plan estratégico para destituir a Scioli y dejar a Mariotto a cargo. No es fácil entender como la presidenta pretende ganar las elecciones en Buenos Aires, degradando y esmerilando al gobernador. La única explicación, bien conspirativa, es que pretenda presentarse ella misma como candidata en una suerte de plebiscito de su gestión. Sería una jugada testimonial, terriblemente audaz, casi al todo o nada.
 
Porque es cierto que Cristina es la kirchnerista que mejor mide en las encuestas para enfrentar a De Narváez, pero el gran riesgo es que sea derrotada en las urnas tal como ocurrió con su esposo en 2009. ¿Se imaginan el escenario político si la presidenta llegara a perder una elección en el principal distrito? Quedaría peligrosamente debilitada. Una suerte de pato rengo precoz e inquietante. ¿Esta especulación es una locura o de verdad Cristina está pensando en ponerle el cuerpo a la lista? Ayer en su discurso abonó esa posibilidad cuando dijo que ella fue a La Plata a poner la cara por las inundaciones aunque no le correspondía. Una forma de decir que Scioli y Bruera son unos inútiles y que ella les va a demostrar como se gobierna. Esto va en línea con otro hecho que los sciolistas consideraron una agresión, previa al discurso. Hablo de las declaraciones del ministro de Educación, Alberto Sileoni. Apoyó los reclamos del gremio docente que conduce Roberto Baradel y otros militantes de Martín Sabbatella y le reclamó un esfuerzo más al gobierno provincial.

Fue una luz de alerta que el gabinete de Scioli supo leer. Todos los años, rigurosamente, el gobierno nacional aporta entre el 17 y el 20% de la masa salarial para los maestros. Este año, por primera vez, Cristina no puso un centavo. ¿Qué hará Scioli frente a semejante avance destituyente de Cristina? Por ahora su gente cree que reaccionará igual que siempre. Agua y ajo. A aguantarse y a joderse. No quiere pegar ningún portazo. Siente que tal vez lo echen del kircherismo sin que el se vaya. Que sea Cristina la que le saque tarjeta roja. Julio de Vido convocó a una reunión de gobernadores para repartir plata y obras de infraestructura para el plan quinquenal. El único que no fue convocado se llama Daniel Scioli. Lo cierto es que hoy la provincia es un pantano de problemas. Uno no cree en las brujas pero que las hay, las hay. Algo grave pasó en Lomas de Zamora. Se viene una pelea para alquilar balcones. Segundos afuera