Las 132 delegaciones de todo el mundo y las 200.000 personas que participaron hace un año en la misa de inicio de pontificado vieron sorprendidos cómo el nuevo papa Francisco no llegaba a la Plaza de San Pedro en el tradicional papamóvil sino en un jeep descapotable y se detenía a besar niños y a bendecir enfermos en el que fue su primer baño de masas.

Un año después, el papa que se detiene a besar a los pequeños que le pasan los agentes de seguridad, que bromea con los fieles o que para el vehículo para saludar a un amigo son habituales cada miércoles en la audiencia general o durante los eventos que se organizan en la Plaza de San Pedro. Pero aquel 19 de marzo, el mundo entero empezó a conocer la faceta de la cercanía de Francisco.

Mientras Roma se despertaba blindada para garantizar la seguridad de los jefes de Estado y de Gobierno, en Plaza de San Pedro, Francisco, elegido el 13 de marzo, se saltaba las medidas de seguridad al acercarse a la gente u ordenar parar el jeep para bajar y besar a un enfermo y bendecirlo. 200.000 personas abarrotaban la Plaza de San Pedro para una ocasión especial, pero este número se ha ido repitiendo cada miércoles, como hoy, cuando una media de 150.000 acudieron a la audiencia.

Según los datos de la Prefectura de la Casa Pontificia, en este año, han sido 6.600.000 fieles oficiales -ya que muchos más se agolpan en los alrededores sin ser contabilizados- los que han participado en los diferentes encuentros presididos por Francisco en el Vaticano. Por Continental, Alicia Barrios, periodista y amiga personal de Bergoglio, describió la vida del Papa en Roma. "Se levanta como en Buenos Aires a las cuatro o cuatro y media de la mañana, se informa y reza mucho por la mañana y luego empieza con su actividad de pastor, lee y responde cartas, y después va a a misa y trabaja intensamente hasta las 12.30. Después duerme una siesta y sigue con su actividad hasta las 7 de la tarde que entra a rezar a la capilla de Santa Marta solo. Después a las 8 come y se acuesta tipo diez, diez y media", describió en La Mirada Despierta.

"Lo vi muy bien, está muy bien, muy saludable y está feliz en este tiempo. A él que le encanta trabajar de cura, tener el poder que tiene un papa para hacer todas las cosas que quiere en su actividad con los pobres. No se siente un hombre con poder, pero conduce", añadió Barrios, quien puso ejemplos de cómo, al descubrir internas "feroces" en la Curia (como en la manipulación de las acreditaciones periodísticas), "las desarma".