Vamos a poner las cosas en claro desde el principio. Soy un defensor de los docentes. Creo que muchos de ellos son verdaderos héroes sociales porque enseñan en condiciones muy difíciles. Pero, además, estoy convencido de que ellos tienen que ser protagonistas principales en la construcción de la Argentina que soñamos. Son los maestros y los profesores los arquitectos de ese nuevo país con desarrollo e inclusión social y con la mejor educación posible para nuestros hijos. Creo que los profesores son los agentes del cambio. Y que por eso deben ser valorados, respetados, jerarquizados y deben ganar los mejores sueldos posibles.

No hay otro tesoro más importante en una sociedad que la educación. No hay otro motor más importante para consolidar la ciudadanía y la dignidad que la formación intelectual. Para que cada argentino esté mas capacitado para ganarse la vida con honradez y para que tenga todos los elementos para tomar sus propias decisiones y convertirse en ciudadano y dejar de ser apenas un habitante. Para que se integre socialmente y multiplique la cultura del esfuerzo en el trabajo y en el estudio. Son señales que hay que enviar. Valores que hay que transmitir. Y si la educación es el principal mecanismo de construcción, no hay dudas de que la violencia es el principal instrumento de destrucción. Todo lo que la educación construye, lo destruye la violencia. La violencia es nefasta en todos los ámbitos pero en el aula es directamente demoledora. Quiebra todos los lazos solidarios.

Dinamita el clima de tranquilidad que se necesita para aprender. Por eso me quedé pensando en lo que le dije ayer sobre el paro de los docentes en la provincia de Buenos Aires. Es un error gravísimo que se podría haber evitado. Dejar a cuatro millones y medio de alumnos sin un día de clase no es un remedio, es peor que la enfermedad. Los gremios docentes tienen que tener una actitud más racional y responsable. No se decreta una huelga sin tener en cuenta que siempre las primeras víctimas de esa medida de fuerza son los pibes. Creo profundamente en el derecho de huelga y no solo porque es un derecho que está en la Constitución. Creo en la protesta gremial porque es el pulmón por donde respira una sociedad y permite que los más débiles luchen para mejorar sus condiciones y frenar todo tipo de atropellos. Pero creo que esto nos debe servir para reflexionar sin dogmas ni respuestas automáticas. Argentina tiene más del 6% de su presupuesto dedicado a la educación.

Es el mas alto de la historia. Sin embargo las respuestas de los alumnos en matemáticas y comprensión de textos no son las mejores. Todo lo contrario, hemos retrocedido en América Latina pese a que fuimos vanguardia. Eso es lo que hay que revisar y discutir. Ver de qué manera recuperamos el lugar de autoridad del docente en el aula. Ellos deben ayudar para que todos recuperemos el respeto por ellos. Los docentes, los padres y el estado debemos ser socios para erradicar la violencia de toda la sociedad en general y de las aulas en particular, pero, también en mejorar la calidad educativa.

En capacitar a los docentes para que sean más queridos, respetados y eficientes en su sagrado trabajo. Esto empezó con la paliza que una madre y un alumno le pegaron al profesor Ricardo Fusco en Pergamino. Las estadísticas terribles dicen que tres docentes por día son agredidos y según la UNESCO, eso nos coloca como el sistema educativo mas violento de la región.

Esta vez, la víctima fue Fusco. Pero una medida tomada de apuro por los gremios convirtió en víctimas a cuatro millones y medio de chicos. No solamente perdieron un día de clases. A los padres que trabajan se les alteró su esforzada rutina. Y encima se perdió una gran oportunidad de hablar sobre le tema de la violencia frente a los alumnos en el aula.

De fomentar seminarios y debates para ver de que manera logramos tener mejores docentes, mejores padres y mejores alumnos. Es la gran tarea de las tareas. Repito: los padres, los docentes y el estado debemos ser socios para colocarnos al servicio de los chicos. Son nuestra gran esperanza. Hay que darles el ejemplo. Decir claramente: cada vez mas clases y mejor educación y cada vez menos violencia. Así de claro. Para desterrar el miedo.