Casi siempre ocurre igual. Donde la organización estatal fracasa, donde la eficiencia de quienes deben cuidar a la gente se muestra inútil, el pueblo fuerza, empuja, se protege a sí mismo, se moviliza.

Fueron los vecinos de Cildañez, en su carencia, quienes hicieron que los medios metieran en la agenda pública el secuestro de Maia, que había sido privada de su libertad, como tantas niñas que desaparecen y cuyo destino resulta indescifrable para siempre en nuestro país.