Más allá de las investigaciones e informes elaborados por distintos especialistas y consultoras, las consecuencias económicas de la pandemia son incalculables. Mucho más aún en regiones históricamente vulnerables como América latina.

Según una investigación realizada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la pobreza extrema en la región alcanzó en 2020 niveles que no se han observado en los últimos 12 y 20 años, respectivamente, así como un empeoramiento de los índices de desigualdad en la región y en las tasas de ocupación y participación laboral sobre todo en las mujeres, debido a la pandemia del COVID-19 y pese a los paquetes de protección social de emergencia que los países han adoptado para frenarla.

Y como era de prevenir, en la mayoría de los casos los estados tuvieron que endeudarse para inyectar fondos de emergencia en los sistemas de salud y entregar ayudas directas a las familias más vulnerables y a las empresas más afectadas por una recesión que hizo que la actividad económica cayera 7,7% en 2020.

La pobreza llegó a su nivel más alto en los últimos 12 años, afectando a un 33,7% de la población, es decir, uno de cada tres latinoamericanos lo está pasando muy mal. Pero el mayor retroceso histórico ocurrió entre los "pobres extremos", aquellos que no pueden cubrir sus necesidades básicas de alimentación.

En este caso, la pobreza extrema alcanzó su mayor nivel en las últimas dos décadas: 12,5% de la población, según las proyecciones hechas. Según Cepal los países de Latinoamérica donde más subió la extrema pobreza en 2020 son: México (10,6 a 18,3), Honduras ( 20 a 26,1) y Ecuador ( 7,6 a 12,8).

Por otro lado, los únicos países donde bajó la pobreza y la extrema pobreza son Brasil y Panamá Mientras en Brasil, a pesar de las críticas interminables a la gestión sanitaria del Presidente Bolsonaro, la extrema pobreza cayó de 5,5% a 1,4%, Panamá registró una disminución de 6,6% a 6,4%.

Un dato que marca que a pesar de todo , Brasil fue el gobierno que más recursos destinó a enfrentar la pandemia como porcentaje del PIB. Una decisión aún más compleja si se considera que el gigante de América Latina es el país con la mayor deuda pública de la región.

A diferencia de lo que ocurrió en aquellos países donde las ayudas fiscales fueron menores -ya sea porque no tenían más posibilidades de endeudarse o porque el gobierno tomó la decisión de seguir una política más austera-, Brasil y Panamá focalizaron gran parte de sus desembolsos en los sectores de menores ingresos.

Eso se debe, entre otras razones, porque en la región más de la mitad de los trabajadores son informales y para llegar a ellos, la manera más eficiente en esta emergencia, dicen los expertos, era optar por la política de entregarles dinero.

Sin embargo, las decisiones de gasto de esta envergadura no solo tienen un carácter técnico ya que mientras los programas sociales estuvieron vigentes en Brasil, la popularidad del mandatario subió.

Por otro lado, en la medida que esos estímulos comenzaron a ser retirados, la popularidad del presidente comenzó a bajar. La desocupación, la gran protagonista de los niveles de pobreza, alcanzó el 10,7% en 2020, un incremento de 2,6 puntos porcentuales respecto del valor registrado en 2019, con una importante salida de personas de la fuerza de trabajo y una escasa posibilidad de teletrabajo, ya que sólo el 21,3% de los ocupados en la región pudo llevar a cabo el trabajo a distancia.

Los países con mayores tasas de desempleo registradas a lo largo del año fueron Argentina (20,9%), Colombia (21,8%), Costa Rica (20,1%) y Perú (39,5%), según el informe difundido este jueves, que indica además que la tasa de desocupación más alta se observó en los hogares más pobres.

"Los grandes perdedores, como siempre, son los pobres", indicó Bárcena, quien indicó que "la gran pérdida que ha tenido la región en términos de trabajo es el informal". En ese sentido, indicó que del total de empleos perdidos en Brasil, Costa Rica y México, el 76,8%, el 72,5% y el 72,6%, respectivamente, fueron informales, lo cual aumentó la vulnerabilidad de los hogares en 2020.