La actual localidad de Locri, en la costa de Calabria al sur de Italia, es el lugar donde se ubica la antigua ciudad griega de Locros, fundada en el siglo VIII a.C. por colonos procedentes de la región de Lócrida al norte del golfo de Corinto.

Estrabón afirma que eran locrios ozolios (literalmente malolientes) y procedían del golfo de Crisa, liderados por un oikistes (jefe de expedición colonizadora) llamado Evanto. Polibio por el contrario, dice que eran locrios orientales, epicnemidios (los que vivían al pie del monte Cnemis) u opuntios (por su capital Opunte), algo que también asegura Virgilio. Pero da un curioso dato adicional, la ciudad habría sido fundada por esclavos que huyeron con las esposas de sus amos mientras tenía lugar la Primera Guerra Mesenia.

Cuando ya duraba 10 años ese conflicto los espartanos, que habían jurado no regresar a su ciudad sin haber conquistado Mesenia, tuvieron miedo de no tener suficiente descendencia y enviaron de vuelta a los más jóvenes para procrear. Pero no les permitieron a los locrios, que eran aliados suyos, hacer lo mismo aunque no estaban sujetos a ese juramento.

Polibio no se inventó esta historia, sino que la tomó nada menos que de Aristóteles, el cual la cita en su Constitución de los Locros, obra hoy perdida pero citada ampliamente por Clemente Alejandrino. Quizá esto tiene relación con el hecho de que en Locros la nobleza se transmitía por vía materna, heredada de las cien familias originales que mantenían el gobierno oligárquico de la colonia.

Los locrios fundaron un primer asentamiento, por indicación del Oráculo de Delfos (a quien siempre se consultaba antes de emprender un viaje de colonización), en las proximidades del cabo Cefirio, en territorio del actual municipio de Bruzzano Zeffirio. Pero tres o cuatro años después, según Estrabón, abandonaron este primer asentamiento y se trasladaron 20 kilómetros al norte, a la zona entre el mar Jónico y los ríos Gerace y Portigliola, donde fundaron la definitiva Locros Epicefirios (Λοκροί Ἐπιζεφύριοι), sobre un monte llamado Esopis.

Un siglo más tarde, en el VII a.C., el legislador Zaleuco le daría a Locros el primer código de leyes escrito de la civilización griega. En ninguna otra ciudad de la Grecia continental, ni de las islas, ni de la Magna Grecia, se había redactado hasta entonces un corpus legislativo similar. En este sentido, se trata además de las primeras leyes escritas de toda Europa.

Zaleuco es un personaje casi mítico, de cuya vida se sabe poco. Las fuentes mezclan leyendas con datos contradictorios, como por ejemplo que habría sido discípulo de Pitágoras (cuando éste vivió un siglo más tarde), o que antes había sido esclavo y pastor.

Según Éforo, citado por Estrabón, Zaleuco compuso sus leyes a partir de normas de los cretenses, de Esparta y del Areópago. Con ellas compuso el llamado Código Locriano, que permaneció en vigor durante más de 200 años, y cuyas leyes incluso se extendieron a ciudades vecinas (y a veces enemigas) como Crotona y Sibaris.

Entre las cosas que estipulaban sus leyes estaban la prohibición para una mujer libre de ir acompañada de más de una esclava, a no ser que esté borracha. Tampoco podían salir de la ciudad de noche, excepto si tenían un amante.

También se prohibía beber vino sin diluir con agua, salvo que fuera con fines médicos. Pero quizá una de las normas más conocidas del código es la que obligaba a cualquiera que propusiera una nueva ley o una modificación de una ya existente, a comparecer ante el Consejo ciudadano con una soga al cuello. Si el Consejo votaba en contra de la propuesta, la soga cumplía su función inmediatamente. Según Demóstenes, gracias a ello no se promulgó más que una ley nueva en más de 200 años.

Hoy apenas nos quedan 14 fragmentos del código de leyes de Zaleuco. En algunos se establecen castigos, en otros prohibiciones, como la de entrar con espadas en la asamblea, vender comestibles si no los has producido tu mismo, introducir novedades de tierras lejanas, o la de ir a juicio si antes no se ha intentado la reconciliación. Actualmente algunas de sus leyes nos parecen extrañas, desproporcionadas o directamente lamentables. Pero como decíamos, son las primeras que se escribieron en Europa.