Facundo Manes no es político, pero es radical, de toda la vida. Su prestigio como neurocientífico es reconocido, no solamente en Argentina sino en el mundo, y son tiempos de empezar a probar con figuras “no contaminadas”. 

Esa al menos es la idea de la nueva conducción electa el domingo, de la UCR de la Provincia de Buenos Aires, cuyo nuevo titular Maximiliano Abad, buscará consensuar con la lista que fuese opositora, la de Gustavo Posse, apadrinada por Martín Lousteau. En definitiva, un 52% a 48% son solo dos puntos de diferencia, que si pasaban de Abad a Posse, el resultado era otro. En la interna radical provincial, 2% son 600 votos. Abad lo sabe y entiende que la legitimidad no surgirá del apretado triunfo, sino del consenso. 

Ahora bien, obtenido ese consenso, el objetivo es imponerle a los mandamases de Juntos por el Cambio, el primer candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires en las próximas elecciones. Ni un candidato de María Eugenia Vidal, ni uno de Patricia Bullrich, creen que nadie que estas dirigentes propongan, tiene la imagen de Manes, y eso resulta difícil de discutir. 

La primacía del PRO dentro esquema del principal partido de oposición, es reconocida, pero también es cierto que el partido que fundó Mauricio Macri, solía presentar candidatos mucho mas “potables” que el radicalismo. Con Manes, eso se invertiría, nadie sabe de algún postulante del PRO, que la gente no tenga catalogado como “un político”. 

Por otro lado, la UCR se dio un “baño de democracia”. Fue a internas en distritos importantes, se compitió con apertura, y eso otorgó legitimidad a ganadores y también a perdedores, porque estos han obtenido mucho poder: de la nada pasaron a tener 48% de los votos y muchos asientos en la Convención Nacional.