Varias de las principales ligas europeas, que contaban desde hace años con un líder excluyente, o con un par de ellos, cambiaron de dueño. Tras años de dominio sostenido, en esta particular temporada afectada por la pandemia, ya no en el trámite, sino en la previa y fundamentalmente en la cuestión económica, varios perdieron su corona.

Cada caso tiene sus aristas, pero hay un factor que une a las diversas ligas: ninguno de los super equipos pudo hacer grandes contrataciones.

En Italia, por ejemplo, se cortó una racha de nueve títulos de liga consecutivos en favor de la Juventus. En Francia, el PSG perdió la corona tras ganar siete de los últimos ocho torneos. En Portugal, el Sporting de Lisboa logró interponerse en la hegemonía del Porto y el Benfica: desde la temporada 2000/01 no salía campeón otro que no fueran esos dos. Y en España, el Atlético Madrid se coló entre el Barcelona y el Real Madrid luego de seis temporadas.

Por supuesto, cada equipo y cada liga tiene su fundamentos respecto de por qué pasó lo que pasó. Pero, hay una cuestión a tener en cuenta. En general, los grandes equipos dominadores absolutos de las ligas europeas suelen contar con planteles ampliamente superiores al de sus competidores, que, además, al inicio de cada temporada apuntalan con un par de refuerzos de peso que hacen la diferencia.

El PSG, por ejemplo, para la temporada 2019/20 venía de ser campeón dos veces seguidas. Sin embargo, fue por refuerzos: incorporó a Mauro Icardi, Keylor Navas, Idrissa Gueye y Danilo Pereira, entre otros. Todos futbolistas que se acoplaron rápidamente al equipo y al menos alternan entre los titulares hasta el día de hoy. Para la 2020/21 como consecuencia de las perdidas económicas provocadas por la pandemia, no se incorporó esa clase de futbolistas.

El Porto, que suele nutrirse de futbolistas del ámbito sudamericano, no puedo incorporar del mismo modo que en otras temporadas. En la 2019/20, en la que fue campeón, llevó a Agustín Marchesín, Mateus Uribe, Luís Díaz y Renzo Saravia. Tres de esos cuatro hoy son titulares y piezas clave. Para este año, solo incorporó a un futbolista importante: el delantero iraní Mehdi Taremi.

La Juventus solo fichó para este año a Álvaro Morata, mientras que para el campeonato anterior había llevado a Adrien Rabiot, Aaron Ramsey, Matthijs De Ligt, Danilo y Dejan Kulusevski, entre otros. Por supuesto que intervienen otros factores: un nuevo DT como Andrea Pirlo al que le costó, las lesiones de Paulo Dybala, la eliminación temprana en Champions que sacudió las estructuras. Pero ese tipo de cuestiones ya le habían sucedido durante otros años y de todos modos las individualidades le alcanzaron para ganar la liga.

En España, la cuestión ha sido más paulatina. La pandemia retrasó las incorporaciones del Real Madrid, que desde hace tiempo está inactivo en el mercado, y mermó la búsqueda de refuerzos del Barcelona, que compra caro y pocas veces le sale bien.

Eso jugó a favor de un equipo como el Atlético, que si bien para esta liga solamente aprovechó la salida de Luis Suárez del conjunto catalán, desde hace años se refuerza a la par de los poderosos.

Siguen existiendo ligas con hegemonías.

La alemana es el más claro ejemplo, y el triunfo del Manchester City en Inglaterra, pese a que el año pasado el campeón fue el Liverpool, está lejos de ser sorpresivo o novedoso. Pero si hubo un patrón común interesante en varios torneos: equipos con muy buenos jugadores jóvenes que hace tiempo asomaban pudieron consolidarse, en parte porque no llegaron nombres rutilantes como en cada mercado a reforzar al poderoso de turno.

El Lille apostó por jóvenes que pudieron explotar este año como Tiago Djaló, Boubakary Soumaré, Jonathan Ikoné o Jonathan David.

El Sporting de Lisboa tiene hace años la camada de juveniles más promisoria de Portugal y logró salir campeón con seis futbolistas en el habitual equipo titular de 22 años o menos y un banco con al menos siete menores de 21, todos de inmensa proyección.

En España e Italia se dieron dos muestras distintas aunque también claras. El Atlético y el Inter son dos muy buenos equipos, con grandes jugadores, algunos de los cuales también alcanzaron su mejor rendimiento, pero que fundamentalmente aprovecharon el bajón de los poderosos.

Difícilmente este equipo de Diego Simeone hubiese podido con el Barcelona de Luis Enrique y probablemente el Inter de Antonio Conte no sea mejor que la Juventus que el propio italiano armó en su momento. Sin embargo, supieron aprovechar el momento y demostrar que nadie puede relajarse, porque ellos están al acecho.