Más de 1000 millones de metros de cable submarino se han instalado desde el siglo XIX para trasladar datos a grandes distancias. Y la situación actual en Tonga, la nación insular que ha quedado incomunicada tras la explosión de un volcán submarino, deja en evidencia cuán vital es esta tecnología.

Los primeros cables entre continentes comenzaron a instalarse ya a fines del siglo XIX para la red de telégrafos. La primera de estas grandes venas de comunicación entre continentes se construyó para conectar a Reino Unido con Estados Unidos.

Inicialmente los primeros cables fueron de cobre para operar el servicio de telégrafo, pero en la era de internet, en la década de 1980, comenzaron a instalarse los cables de fibra óptica. El tendido de los tubos se realiza con barcos especializados que lentamente van desplegando enormes bobinas de cables que se dejan caer al fondo del océano.

Estos cables contienen varios repetidores, que aumentan la señal a lo largo del cable aproximadamente cada 100 km. Tales autopistas submarinas son capaces de transmitir del orden de 3.840 gigabits por segundo en cada hilo de fibra óptica, el equivalente al contenido de 102 DVDs cada segundo.

Y cada cable contiene a su vez varios pares de hilos de fibra para aumentar su capacidad de transmisión.

La fibra óptica en los cables submarinos está protegida por varias capas con materiales como acero, aluminio y polietileno. Aun así, se han registrado casos de daños accidentales por anclas de embarcaciones, actividades pesqueras de gran escala e incluso mordidas de tiburones.

También son vulnerables a desastres naturales, especialmente terremotos. En 2006, un terremoto de magnitud 7,0 sacudió la costa suroeste de Taiwán. El sismo y sus réplicas causaron el corte de ocho cables submarinos, lo que afectó severamente servicios de internet en varios países asiáticos y las transacciones financieras especialmente en el mercado de divisas.

Los cables submarinos son la línea que mantiene en funcionamiento al mundo conectado moderno. Pueden transmitir mucha más información a un costo mucho menor que los satélites, y están detrás de casi todo lo que hacemos en internet y con nuestros celulares (desde llamadas a mensajes de texto o descargas de software).

Estos cables no solo son esenciales para las comunicaciones. También pueden adquirir una importancia política estratégica.

En Reino Unido, por ejemplo, el ministro de Defensa, Ben Wallace, anunció el año pasado que la marina británica, la Royal Navy, construirá un nuevo barco de vigilancia para proteger los cables submarinos de internet del país.

La vigilancia incluirá drones submarinos autónomos y operados a distancia para buscar interferencias extranjeras. Wallace le dijo a la BBC que Rusia tiene "un profundo interés" en los cables y Reino Unido puede quedar "expuesto" sin la debida protección.