“Uno de los frutos más importantes de la visita de Juan Pablo II a Cuba fue la inauguración de una nueva fase en las relaciones entre la Iglesia y el Estado cubano, con un espíritu de mejor colaboración y confianza, aunque permanecen aún muchos aspectos en los cuales se puede y se debe avanzar especialmente en lo que se refiere a la contribución imprescindible que la religión es llamada a desarrollar en el ámbito público de la sociedad”, dijo el Papa Benedicto XVI al arribar a la isla y tras recordar la visita de su antecesor.

El Sumo Pontífice habló en el aeropuerto internacional de Santiago de Cuba, donde fue recibido por el presidente caribeño, Raúl Castro.

Joseph Ratzinger afirmó que lleva en su corazón “las justas aspiraciones y legítimo deseos de todos los cubanos, dondequiera que se encuentren, sus sufrimientos y alegrías, sus preocupaciones y anhelos más nobles, y de modo especial de los jóvenes y los ancianos, de los adolescentes y los niños, de los enfermos y los trabajadores, de los presos y sus familiares, así como de los pobres y necesitados”.

“Vengo a Cuba como peregrino de la caridad, para confirmar a mis hermanos en la fe y alentarles en la esperanza, que nace de la presencia del amor de Dios en nuestras vidas”, añadió ante Castro en la ceremonia de bienvenida.

Según el máximo representante de la Iglesia, Cuba “está mirando ya al mañana” y “para ello se esfuerza por renovar y ensanchar sus horizontes”.

El Papa, de 84 años, llegó a la isla procedente de Guanajuato, México, donde cumplió una estancia de menos de 72 horas.

Por su parte, Raúl Castro, destacó las “estrechas relaciones” entre la Santa Sede y su país durante su alocución en la ceremonia de bienvenida a Benedicto XVI, que inició este lunes una visita pastoral a la isla.

Esos vínculos “se han desarrollado sin interrupción durante setenta y seis años, siempre basadas en el respeto mutuo y en la coincidencia en asuntos vitales para la Humanidad”, aseveró Raúl Castro.

El presidente del archipiélago centroamericano recalcó que “sin razón a Cuba se le calumnia pero nosotros confiamos en que la verdad de la que jamás nos apartamos siempre se abre paso”.

Castro defendió que pese a todo, su país siguió “cambiando todo lo que deba ser cambiado, conforme a las más altas aspiraciones del pueblo cubano y con la libre participación de este en las decisiones trascendentales de nuestra sociedad”.