El papa Francisco puse en marcha este fin de semana un proceso que puede cambiar el futuro de una institución que, a lo largo de los siglos, se ha convertido en símbolo de una rígida jerarquía, conservadurismo y poca transparencia.

El Sumo Pontífice urgió a los católicos a "no quedarse encerrados en sus certezas", sino "escucharse los unos a los otros" al presentar la iniciativa en la misa de este domingo en la Basílica de San Pedro.

"¿Estamos preparados para la aventura de este viaje? ¿O nos da miedo lo desconocido, prefiriendo refugiarnos en las excusas habituales: 'es inútil' o 'siempre lo hemos hecho así'?", planteó.

Francisco quiere que durante los próximos dos años, la gran mayoría de los 1.300 millones que se declaran católicos en el mundo sean escuchados sobre el futuro de la Iglesia.

Para ello cuenta con los impulsos de las comunidades locales en una primera fase, asambleas regionales en la siguiente etapa y, finalmente, el Sínodo de los Obispos previsto para 2023 en el Vaticano.

Asuntos que han salido a la luz más recientemente, como una mayor participación femenina en la toma de decisiones de la Iglesia y una mayor aceptación de los grupos aún marginados por el catolicismo tradicional, serán algunos de los temas que presumiblemente aparecerán en este proceso de consulta pública. el más grande jamás celebrado en la historia del catolicismo.

Además, Francisco debe aprovechar este momento para consolidar un compromiso claro de su pontificado con las reformas.

Al definir que el próximo sínodo tendrá como tema la propia sinodalidad -el modo de ser y de actuar de la Iglesia-, se inspira en el modo de vida de los primeros cristianos, cuyas decisiones fueron tomadas de manera colegiada.