El partido que realizó el Manchester City fue impecable. El equipo de Pep Guardiola se defendió notablemente, y en ataque mostró el juego colectivo que lo caracteriza, aunque mucho más directo y concreto.

En el Etihad Stadium, el conjunto inglés derrotó 2 a 0 al Paris Saint-Germain, que no pudo ser ni la mitad de lo que fue durante el resto de la competencia, y se clasificó a la final de la Champions League.

Rihad Mahrez anotó los dos tantos del triunfo. La cancha nevada distorsionó un poco el juego durante los primeros minutos. Los futbolistas tardaron en afianzarse en el césped y la pelota corrió de manera poco habitual: al ras del piso tendía a quedarse estancada, pero al picar, salía disparada. Ninguno conseguía dominar y el juego era de ida y vuelta.

Pero, a los 10 minutos, el City dio un golpe decisivo. El arquero Ederson metió un pase largo excepcional para el pique de Oleksandr Zinchenko. El ucraniano llegó hasta el borde del área y le dio un pase atrás a Kevin De Bruyne, quien remató sobre el cuerpo de un defensor. Con algo de fortuna, el rebote le cayó a Mahrez que definió de derecha entre las piernas de Keylor Navas.

El PSG intentó responder rápido. Apenas seis minutos más tarde tuvo una acción clarísima. Ángel Di María lanzó un centro desde la izquierda, Marquinhos hizo gala de su principal virtud, saltó de manera impresionante y cabeceó pero la pelota dio en el travesaño. Y enseguida tras una mala salida del fondo, Di María se la robó a Bernardo Silva, remató de afuera con el arquero desacomodado y el tiro se fue al lado del palo izquierdo.

El City empezó a enredar al conjunto visitante en su cerrojo y le quitó ritmo y espacios. Recién a los 35, con un remate de zurda de Ander Herrera, el conjunto francés volvió a arrimarse seriamente.

Tuvo más la pelota, acorraló al City en su terreno, pero no solo no consiguió dañarlo, sino que hasta dio la sensación de que el equipo inglés lo llevaba a atacar por los sectores en los que menos daño podía hacerle.

No es habitual ver a un equipo de Pep Guardiola sin la pelota, así como tampoco es común verlo hacer un partido tan bueno, como en este caso, bajo dominio territorial rival. El City mostró un buen rendimiento defensivo, incluso teniendo que jugar un buen tramo del primer tiempo en los primeros 30 metros de su campo.

En el arranque de la segunda mitad, los errores de ambos generaron las primeras situaciones. Pero el PSG, muy rápidamente, comenzó a quedar mal parado en el fondo y las chances para el local de liquidar la historia aumentaron a cada minuto.

La ausencia de Kylian Mbappé, que se quedó afuera por una contractura en su pierna derecha, se sintió mucho más allá de los obvios motivos de su jerarquía individual. El equipo parisino perdió una pata esencial en la elaboración de juego.

Su reemplazo, Mauro Icardi, no formó parte ni una sola vez de las jugadas en ataque. Sus compañeros no lo tomaron en cuenta para recibir, tocar y continúan con la construcción de las jugadas. Quedó relegado pura y exclusivamente a la definición más absoluta de la jugada y ni siquiera en esas circunstancias le tuvieron plena confianza.

Antes de los 15 de la segunda mitad, el ex Inter se fue reemplazado. A los 17, el equipo inglés sacó un contraataque excepcional. Sin un ritmo frenético, pero a uno o dos toques, desarrolló la jugada con Zinchenko, De Bruyne y Phil Foden, que fue de lo mejor, hasta que finalmente por el sector opuesto por el que se gestó la acción, apareció Mahrez para empujarla otra vez.

A los 23, el PSG dio el último paso hacia el abismo. Fernandinho impidió que Di María realice un lateral rápido, el argentino le dio un pisotón y se fue inmediatamente expulsado. Tras esa acción el equipo de Mauricio Pochettino se fue completamente del juego.

Marco Verrati, Leandro Paredes y Neymar entraron en un nerviosismo general y estuvieron cerca de ver la roja en un par de ocasiones. A falta de 13, el local lo pudo liquidar a partir de otra gran acción de Foden que desde la izquierda se sacó de encima a su marcador con una facilidad sorprendente, remató cruzado, pero la pelota dio en el palo.

El conjunto francés no fue ni por asomo el del primer tiempo de la ida. A pesar de ello, y de la correcta derrota, no puede despreciarse lo que hizo durante toda la Champions. Fue de los que mejor jugó y a pesar de quedar eliminado en una instancia anterior a la del año pasado, mostró un nivel de fútbol superior. Pochettino le aportó mucha más colectividad y variantes de juego a un equipo que históricamente combinaba individualidades.

El Manchester City fue un justo ganador. Guardiola dio una cátedra de cerrojo defensivo. Mostró, quizás del modo más visible en su carrera, una versión prácticamente inmejorable de la defensa sin pelota. Además, acertó definitivamente con la inclusión de Fernandinho, experto en ocupar espacios defensivos, por Rodri. El equipo inglés jugará la primera final de Champions League de toda su historia y su entrenador volverá a disputar tal instancia tras 10 años.