Atilio Benedetti es diputado nacional de la UCR-Juntos por el Cambio y por la Provincia de Entre Ríos. Fue candidato a gobernador y presidió la Comisión de Agricultura y Ganadería de la Cámara Baja. Benedetti dialogó en exclusiva con Continentalweb.

¿Como evalúa la decisión del gobierno nacional de bloquear la exportación de carne?

Hoy es un día triste...¿Porque digo un día triste? Porque Alberto Fernández se ha involucrado en una medida que es de corte netamente populista, electoralista y que tiene dos objetivos. Primero hacer creer al pueblo argentino que está preocupado por el aumento del precio de los alimentos, que la culpa es de los productores, sin reconocer ni hacerse cargo de este proceso inflacionario en el que estamos inmersos, con una aceleración yo diría mensual, que esta fomentado fundamentalmente por el propio gobierno, por la emisión por un lado, pero en especial por el aumento de impuestos e implica, al mejor estilo populista, cargar de culpa al otro, y en este caso, señalando a los productores agropecuarios.

Y le aseguro, no necesitamos más de esto que es reiterar errores del pasado, es volver a tropezar con la misma piedra, es un verdadero deja vu. Es volver al 2006 cuando Guillermo Moreno cerró las exportaciones de carnes de la república argentina. Por el contrario necesitamos que el país salga de la parálisis, del estancamiento, de la falta de oportunidades.

¿Cual va a ser el impacto real de esta medida?

¿Que consecuencias va a traer que ya se generaron en el pasado? Esto significa, pan para hoy y mucho hambre para mañana, apelando a un refrán que resulta bien gráfico. Implica una baja circunstancial en los próximos dos o tres meses, quizás cuatro, del precio de la carne, porque se va a producir una sobreoferta en el mercado, sobre previsiones y compromisos que iban a ir a la exportación; sobre todo de distintos tipos de carne, que se exportan, y que habitualmente no son consumidas en el mercado interno, pero que como consecuencia de esta medida van a aparecer en el mercado, presentadas de una u otra forma.

Esta situación va a generar una baja en el precio, por sobre oferta, pero de muy corto alcance; y va a traer inexorablemente consecuencias que después son muy difíciles de revertir, generando un circulo vicioso, nocivo, perversamente inducido que luego sirve para culpar al sector y alimentar un discurso de odio. Y esto es nocivo para el país, desde todo punto de vista. Primero porque se rompe ese equilibrio ambiental que tiene que haber entre agricultura y ganadería, ¿Porqué a dónde van los campos que los productores dejan de utilizar para esos ciclos productivos de ganados?

Van a lo que es más corto, donde se asume un riesgo de menor tiempo, que es precisamente la producción de soja, un cultivo que en 6 o 7 meses produce una cosecha. Esto fue lo que produjo el Kirchnerismo en los últimos años de Cristina Kirchner, una sojización del país, un desequilibrio ambiental, agronómico y ecológico, vamos hacia el mismo camino.

Ese productor que sale de la ganadería, ese productor que seguramente no va a volver a reincidir, trae aparejado que esas superficies de campo, sean ocupadas por el cultivo de soja. Así que es una malísima señal, pero además de eso, vamos a perder fuentes de trabajo en la industria frigorífica que había empezado a recomponerse, habían empezado a reabrir frigoríficos, con todo lo que significa de trabajo conexo y de trabajo directo, y reiteró la idea con la que arrancamos, Alberto Fernández, tomó esta medida, realmente haciendo demagogia electoral, pretendiendo dar una señal falsa a los argentinos, mostrándose preocupado por el precio de los alimentos y actuando una solución que, como nos muestra la historia reciente, no resuelve nada y deja secuelas muy difíciles de remontar.

Con esto va a resolver el precio de la carne seguramente dos o tres meses, y luego, como ya pasó, van a volver a subir los cortes y la carne se va a volver más inalcanzable de lo que era en este momento. La verdad utilizó el peor camino. ¿Y porque insisto con que es una medida demagógica?, porque además el gobierno mediantes resoluciones en estos días pasados, ya había condicionado totalmente el comercio exterior de carne, con lo cual, con las autorizaciones previas, que exigía para exportar, tenía de sobra los instrumentos o las herramientas para poder ordenar, como dijo Fernández, el comercio internacional.

Así que esto no es más que una señal populista demagógica, con un doble impacto. Por un lado sobre nuestros ciudadadanos que por supuesto de buena fé, querrán o pensarán que se resuelve el problema del costo y por otro, una señal fuertísima, como decía anteriormente a los productores, que van a abandonar, al igual que lo hicieron en 2006/2009 sus producciones y que muy probablemente, esta vez, será muy difícil de revertir.

Y no se trata de una mirada fatalista sino que es el resultado de la experiencia. Cuando hablo de daño irreparable repaso lo que ocurrió ya frente a políticas cómo está. Ya en el 2006 muchos productores hicieron este razonamiento simple.

Si yo tengo que asumir todos los riesgos que mencionamos: climáticos, sanitarios, de precios y cuando tengo oportunidad de recomponer mi economía el Estado va a intervenir, entonces yo dejo de producir esto, porque además para recuperar stock ganadero, tengo que pensar en un proceso, que al menos, lleva entre 3 y 4 años.

Mire, para que reconstruyamos juntos los tiempos y quede claro por qué hablo de esa cantidad de años; el proceso de generación de madres, de vientres, como se llama en el campo, requiere de 2 años. Una gestación de 9 meses y después hay que criar por lo menos 15 meses o 24 meses el ternero, con lo cual 3 años es un tiempo mínimo. Deberíamos hablar por lo menos de 4 o más para poder producir, con una inversión importante y mucho trabajo, carnes que vayan al mercado.

¿Y esos productores qué alternativas tienen frente a esta situación?

Y, lo más factible es que si al riesgo inherente a la actividad, se suma el riesgo de que el gobierno interviene cuando se le ocurre el precio de la producción, ese productor decida, yo de esta me salgo, yo salgo de este negocio. Es injusto y es frustrante que el gobierno marque cuando yo puedo ganar y cuando no puedo ganar.

Cuando no puedo ganar tengo que aguantármela y cuando puedo ganar, que me marque y me impida la obtención de esa ganancia, ¿entonces qué hace?, liquida los vientres, liquida su stock de vientres y recuperar esto, como decíamos, si aparece algún otro productor que tenga la esperanza de que no le van a cambiar las reglas de juego, demora otros 3 o 4 años en volver a recuperar ese espacio.

Una medida de este tipo, genera una enorme frustración, un enorme desaliento y una enorme pérdida de confianza en todos aquellos productores que con mucha esperanza en el futuro, con mucho trabajo, han ido recuperando la ganadería argentina desde que cayó a niveles increíbles luego del cierre que recordábamos de Guillermo Moreno.

¿Y porqué, como se produce esto?

Porque los productores agropecuarios, al igual que cualquier emprendedor genuino, de esos que generan trabajo genuino en este país, que generan con su trabajo y con su capital, bienes para exportar, en contraposición viven de negocios con el Estado; recibe con una medida de este tipo un fuerte golpe.

Por un lado el presidente está diciéndole a los argentinos que son culpables del aumento del precio y al mismo tiempo, a ellos mismos, que va a intervenir las veces que sea, va a cambiar las reglas de juego las veces que crea conveniente y esto de alterar las condiciones es un enorme desaliento, desincentivo a todos estos sectores que apuestan su capital y su trabajo por una actividad que de por sí, ya implica asumir muchos riesgos.

Tiene riesgos climáticos, tiene riesgos sanitarios y tiene riesgos de precios, porque cuando los precios internacionales o cuando los precios del mercado interno bajan, nadie le preocupa si la ecuación da quebranto y tiene por ahí la ilusión de tener algún momento en el cual puedan tener rentabilidad como es este, que los precios internacionales, es cierto, están un poco por encima de lo que ha ocurrido en tiempos anteriores.

Pero estas son cuestiones cíclicas, que los productores saben, que vienen de vez en cuando, que hay que aprovecharlos, que sirven para acomodar como se dice al recado en el campo, en las épocas de dificultades, forman parte del libre juego de producir, aguantar cuando los precios bajan y en todo caso aprovechar y hacer la reserva necesaria cuando los precios, como en este momento, son atractivos o resarcitorios por su trabajo, que dicho sea de paso, no son precios que fijan los propios productores sino que fija el mercado que esta impactado tanto por la demanda interna como por la demanda internacional.