Pareció un detalle, un gesto discursivo más que lo ponía al jefe de gobierno en el lugar del conciliador, del que siempre busca acuerdos, y en parte lo fue, pero también fue algo más. Esta vez, sin el presidente ni filminas en escena, se acordó que el primero que debía hablar era el gobernador bonaerense Axel Kicillof.

El líder de la Provincia hizo anuncios importantes, habló mucho menos tiempo que otras veces y no atacó a nadie. Pero tampoco mencionó que el regreso del conurbano a la Fase 3 haya sido un acuerdo con nadie.

Pero cuando le tocó el turno a Horacio Rodríguez Larreta, y empezó con los anuncios de reducción de restricciones, dejó caer que esas medidas eran "en acuerdo con la Provincia de Buenos Aires". Después de decirlo lo pensó, creyó que no había sido suficientemente claro y recalcó lo importante que era que las medidas se hubiesen tomado "en acuerdo con la Provincia de Buenos Aires".

Sin duda la doble mención refleja la imagen conciliadora que quiere construir Larreta pero, dicen quienes lo rodean que hubo un motivo adicional: el mensaje interno. "Desde el macrismo quieren sacarlo del personaje, llevarlo a la confrontación y Horacio no va a hacerlo", dicen dentro del "larretismo explícito".

La relación entre el jefe de gobierno y el ex presidente posiblemente pase por su peor momento, desde que, en 2015, Gabriela Michetti se lanzó a competir por el cargo que hoy tiene Larreta y Macri no se decidía sobre si convenía apoyar a quien era su jefe de gabinete, o a nadie y dejar fluir.

Esa crisis se saldó a favor de Larreta: Macri salió a apoyarlo explícitamente, lo que fue la piedra angular de su victoria en la PASO contra quien luego fue vicepresidente. Esta vez la cosa no parece tan fácil. Larreta está "empoderado" se siente fuerte, con alta imagen pública (muy superior a Macri) y candidato natural del espacio, su diseño estratégico es ganar-ganar, y al ex presidente le esta costando entender "el llano".