Paula tiene 27 años. Hace 13 que persigue a uno de sus abusadores y logró que fuera preso. También querelló y logró condenar a sus padres, que la entregaron a proxenetas cuando apenas tenía 14. Ahora quiere terminar su emocionante búsqueda de justicia con el último de los condenados que aún no están en la cárcel.

"Todavía falta uno: no voy a parar hasta que caigan todos presos", declaró en una entrevista con el diario Clarín. Su promesa está dirigida a Osvaldo Aníbal Valdez, uno de los proxenetas que está condenado pero aún no fue encarcelado.

Paula ya llevó a la Justicia a sus padres, quienes están detenidos. También a los dos hombres que la explotaban sexualmente en dos departamentos de Capital y al empresario Alberto Eduardo Pampín, a quien lo persiguió durante 13 años hasta que logró su detención.

"Nunca pensé que los iba a mandar a la cárcel porque no creo en la Justicia. La causa tuvo millones de trabas. No pensé que fuera posible, quizá por eso aún no concibo lo que logré yo sola, y estoy feliz por eso", aseguró la estudiante de abogacía que logró reconstruir su vida luego del infierno.

Sus papás fueron presos cuando la causa quedó firme con una sentencia de la Corte, del año pasado: 10 años de prisión por abandono de persona agravado por el vínculo. Los otros tres condenados son por promoción a la prostitución de una menor. En un principio estaban prófugos: uno de ellos cayó a principios de 2014; Pampín, que tenía pedido de captura de Interpol, fue apresado el miércoles pasado; Valdez, el otro explotador, aún está libre.

"Lo estoy buscando. No tengo mucha información, sé que tiene pedido de captura, que se dedicaba al golf y que habían allanado su domicilio. Pero no lo puedo exponer porque no tengo su foto", aseguró la joven.

Pampín, dueño de una gigantesca empresa de iluminación de eventos de rock, hace un año que era buscado. Su empresa organizó espectáculos para el Gobierno. "Veo un artículo sobre la iluminación de Tecnópolis en la que hablaba de este hombre porque era uno de los encargados de brindar el servicio. Una amiga que sabe de luces llama a su empresa con un motivo ficticio y pide por él. ¡La atiende y hasta le da su mail! Ahí decidí montar una vigilancia para cerciorarme que era él realmente y lo vi manejando un Volvo blanco", recordó Paula. Luego dio aviso a la comisaría 29° de la Policía Federal, con jurisdicción en Villa General Mitre.

El miércoles pasado, cuando Pampín salía de su empresa en la calle Espinosa y se dirigía hacia un banco, la Policía le pidió los documentos y le preguntó si tenía problemas con la Justicia. El hombre lo negó hasta que luego de varias insistencias aceptó y ofreció "una charla" en su empresa. "Al único lugar que vamos a ir es a la comisaría", respondió el oficial.

El jueves Paula estuvo todo el día en Tribunales hasta que cercioró que Pampín salía rumbo al penal de Marcos Paz. Le gritó de todo. Ahora sueña con ser una excelente abogada penalista para ayudar a otras personas que sufrieron como ella.