Para alquilar en Buenos Aires hay que superar varios obstáculos. El principal es que para entrar a una vivienda hay que juntar cuatro o cinco veces el valor del alquiler mensual. La mayoría de las inmobiliarias cobra dos meses de comisión (aunque la ley indica que debe ser el equivalente a un mes), más un mes de depósito y un mes de adelanto, y un poco más para "gastos". 

Además, muchos propietarios exigen que los inmuebles que se usan como garantía estén en la ciudad o sean de familiar directo; el sistema de garantías bancarias, que surgió en 2008 como una alternativa que aliviaría a los interesados y que ofrecen los bancos Supervielle, Ciudad y Provincia, encuentra poca aceptación entre inmobiliarias y propietarios.

Trabajadores sin recibo de sueldo o monotributistas padecen un mayor rechazo. Y para los que ya están alquilando las cosas tampoco son fáciles: la mayoría de los contratos se actualiza semestralmente en función de una expectativa de inflación futura (en general, 15% cada seis meses) y no hay un techo para los precios.

Por Continental, Tomás Marolda, secretario de la Cámara Inmobiliaria Argentina, admitió que, "en los últimos años, la única fuente de ingreso han sido los honorarios por contrato de alquileres. Muchísimas inmobiliarias han cerrado y otras han reducido sus costos de funcionamiento al mínimo. La normativa dice que hay que cobrar el 4,15% y eso hay que respetarlo. La práctica de los dos meses es anterior la norma. Hay una costumbre y una norma en pugna; al inmobiliario le cuesta bajarse un escalón, considerando que no es un tipo que la está pasando bien", se atajó en La Mañana.