En uno de sus últimos actos, el Papa aceptó hoy la renuncia del cardenal escocés Keith O'Brien, jefe de la Iglesia católica de Escocia, en el ojo de la tormenta tras ser acusado en los últimos días de haber cometido "actos impropios" con tres sacerdotes y un ex cura en los años '80.

El Papa aceptó la renuncia presentada por O'Brien como arzobispo de Edimburgo, de acuerdo a la Ley Canónica, poco antes de cumplir 75 años, el 17 de marzo próximo, explicó el padre Federico Lombardi en una conferencia de prensa.

Si bien la aceptación de la renuncia del Papa no implicaba que no podía participar al cónclave, O'Brien anunció desde Escocia que no vendrá a Roma para la elección del sucesor de Benedicto XVI. "No quiero que la atención de los medios en Roma se concentre sobre mí, sino en el papa Benedicto XVI y su sucesor", dijo.

"Mirando mis años de ministerio: agradezco a Dios por lo bueno que pude hacer. Y por mis fracasos pido perdón a quienes ofendí", declaró.

En otro orden, después de recibir esta mañana a los tres cardenales que investigaron el Vatileaks y elaboraron un informe, el Papa decidió que esta "relationem" seguirá siendo secreta y será entregada a su sucesor. Se había especulado, en efecto, que el Papa pudiera decidir que dicho informe secreto fuera hecho público a los cardenales electores.

Asimismo, tal como se esperaba, por otra parte, el Papa firmó un "motu proprio", decreto especial, modificando algunas reglas de la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, que prevé las normas que rigen la sede vacante, permitiendo que pueda adelantarse el cónclave.