En Filipinas siguen las tareas de rescate y asistencia tras el tifón que azotó al país y dejó al menos diez mil muertos. Las olas de entre 5 y 6 metros provocaron derrumbes de centenares de edificios y casas.

Se cree que es el peor desastre natural jamás registrado en esa nación. El fenómeno tuvo ráfagas superiores a los 370 kilómetros por hora.

Hay poblaciones aisladas y los equipos de rescate no dan abasto y son casi imposibles las comunicaciones. Naciones Unidas y la Unión Europea despliegan barcos y aeronaves para colaborar.

Por Continental, el cónsul argentino en Manila, Hernando Díaz, señaló que “no habría argentinos entre las víctimas”.