"El 5..." es una melancólica comedia que remeda ciertas instancias del cine uruguayo, en el que su director, nacido en la localidad bonaerense de Remedios de Escalada, obtuvo el batacazo de "Gigante", en 2009.

Es la historia de un muchacho de barrio (Esteban Lamothe), pobremente instruido y en convivencia con su novia, mejor formada y más madura (Julieta Zylberberg), que por la mediocridad de su carrera futbolística se plantea abandonarla.

El muchachón intenta finalizar la escuela secundaria, tiene un lenguaje limitado y procede de una familia con pocas aspiraciones, y fuera de su mujer, que lo ama y lo empuja a más, se ve enterrado en un medio donde el fracaso es la moneda colectiva.

Su vida se reduce a esos eternos partidos de Primera C, con una hinchada agresiva y deshilachada, el asadito semanal con sus padres, los sueños de progreso a través de algún pequeño emprendimiento y las escaramuzas sexuales con su compañera.

Hay poco más en un filme donde la música está casi ausente, los ambientes son humildes y poco fotogénicos y se respira la pesadez del barrio y la imposibilidad de escapar de ella, como en las películas uruguayas de los coetáneos de Biniez.

Hay sí un encomiable esfuerzo de Julieta Zylberberg por elevar el espíritu de la cosa, y sobre todo porque es una actriz carismática de cuyo talento, que ha recibido premios y distinciones, nadie pone en duda.

La violencia también estuvo presente en la noruega "Por orden de desaparición", de Hans Petter Moland, un director nacido en Oslo en 1955 que tiene una decena de títulos en su haber, y que con guión de Kim Fupz Aekenson se lanzó a una de las comedias más negras que pueden concebirse.

Todo es muy blanco en el eterno invierno de la película, en la que el protagonista Stellan Skarsgad se dedica justamente a despejar caminos con su poderosa máquina para barrer nieve, que es todo su orgullo, hasta que la inesperada muerte de su hijo a manos del narcotráfico cambia su vida para siempre.

Premiada en numerosos festivales durante 2014 -Tribeca, Festroia, Beaune, Seatle, Jeonju- el filme es un helado muestreo de las peores instancias del alma humana, en el que la desaforada ambición se traduce indefectiblemente en la supresión física del otro.
Hay dos bandas de narcos, una local, comandada por un joven con apsiraciones de ejecutivo (Jakob Oftebro, que logra uno de los capomafias más repulsivos de la pantalla) y otra de serbios, con un envejecido Bruno Ganz a la cabeza.

El filme no se ahorra sangre ni violencias, y lo hace con un cinismo que esconde un humor tan frío como el ambiente que describe y que la música de Kaspar Kaae va pautando en forma episódica, al tiempo que carteles con fondo negro llevan la contabilidad de los muertos con precisos datos de su origen étnico.

"Flugparken" o "Blow Fly Park", traducida en pantalla como "¿Qué pasó con Alex?", procede de Suecia y fue filmada por un coreógrafo de renombre en su país, Jens Östberg; y si bien se describe como un "thriller" psicológico no escapa a las negruras escandinavas que vienen marchando en Pantalla Pinamar.

Dos amigos discuten porque uno de ellos ha bebido en exceso, finalmente uno desaparece de los lugares que solía frecuentar -en apariencia un joven padre de familia- y su íntimo amigo toma el protagonismo, no sólo de su búsqueda sino de cierta vida social en un desapacible poblado donde siempre parece ser de noche.

Allí existen focos de violencia y raterismo entre los jóvenes y el amigo sobreviviente va transformándose en una suerte de Travis Bickle, aquel justiciero psicótico que Robert De Niro encarnó en "Taxi Driver", y es entonces cuando el espectador nota que no todo anda bien en la cabeza del muchacho.

Luego se sabrá que existía una suerte de triángulo entre el protagonista, su esposa y el desaparecido, pero el filme trae una vuelta de tuerca algo forzada y aclaraciones inútiles sobre identidades y gustos privados que lo perjudican.

También se vio "Tiempo de caníbales", de Alemania, dirigida por Johannes Naber sobre guión de Stefan Weigl -estrenada en Berlín y premiada en otros festivales-, en la que un trío de ejecutivos (Devid Striesow, Sebastian Blomberg y Katharina Schüttler) creen llevarse el mundo por delante como representantes de una multinacional.

Filmada totalmente en interiores, la cinta ubica a esos personajes y a algunos secundarios en la India, Pakistán, Nigeria y quizás otros países, pero ellos siempre están en hoteles impersonales -esos otros "no lugares"- desde cuyas ventanas se divisan ciudades borrosas mientras afuera estallan guerras civiles y religiosas.

La cosa tiene su gracia, en términos teatrales podría hablarse de una obra de cámara y se emparienta con ejemplos como "El método Grönholm" y hasta con la criolla "Tute cabrero", de Tito Cossa, donde los que conviven en un ámbito laboral hostil se vuelven enemigos entre sí.