Rincón se enfrentó al abandono de su madre, que un día desapareció del hogar familiar y dejó a su marido y sus ocho hijos. "Cuando nos quedamos solos con mi viejo empezamos a tener una relación malísima con él", subrayó la vedette, y entonces empezaron otros problemas.

"Los dos somos muy orgullosos. Un día nos peleamos y ninguno de los dos quería dar el brazo a torcer. Conclusión: me fui de casa. Es más: hoy vivo a una cuadra de la plaza donde dormía", contó la morocha.

"A veces pienso que mi viejo me dejaba morir en la calle. Yo pasé hambre. Me bañaba en una estación de servicio para ir a la escuela", recordó Rincón, de 27 años. "En una de las tantas peleas que tuve con mi viejo me fui a vivir a una pensión".

Pero entonces, Rincón tuvo una revelación gracias a la por entonces virginal Wanda Nara. "Un día la veo en la tele, que llega a una fábrica a hacer un striptease para los empleados. Los negros gritaban... estaban como locos. Y yo pensaba: ‘¡Qué patética que es esta mina!’", recordó la vedette.

"Pero cuando sale de la fábrica sube a un Mini Cooper y dice: ‘Ahora les voy a mostrar mi casa’. Y muestra un tremendo piso", reveló Rincón. "Me di cuenta de que tan tonta no era...", explicó la morocha.

¿Conclusión? "Me fui a la pensión, me puse en pelotas y me miré al espejo: ‘Yo soy más linda y más inteligente que esa mina’, pero yo tenía una bicicleta playera y vivía en una pensión, mientras que ella andaba en un Mini Cooper", resumió.

Así, Rincón se dio fuerzas para invertir en lo más importante: ella y su figura. "Algunos se ponen un negocio, en cambio yo me pongo un c... Ese va a ser mi kiosquito. ¡Y me voy a llenar de plata!", pensó en su momento la morocha. Pero su padre le dio la idea de ingresar a la casa de Gran Hermano antes que al quirófano y sus amigas la convencieron de hacerlo.