El periodismo de Lanata venció a la cortina de humo del fútbol de Abal Medina. Lo pasó por encima en el rating y la dignidad. Una investigación impactante realizada por un programa bancado con fondos privados y a su propio riesgo derrotó ampliamente al intento de ocultamiento de estado con los dineros de todos y todas. La verdad siempre ganó por goleada. Las convicciones y la responsabilidad social fueron más fuertes que la camiseta y la pelota. Esta vez los chanchullos de Lázaro Báez fueron pasión de multitudes. Lanata, Wiñasky y Geuna fueron mas equipo que Cristina, Julio Grondona y Marcelo Araujo.

A esta altura del partido ya no hay nada más que mostrar desde el periodismo sobre la matriz corrupta del estado mafioso que asoció a las familias Báez y Kirchner. Nunca antes se probó con tanta claridad que Lázaro Báez es un coimero y lavador que compartió su empresa con quien cenó la última noche y al que le edificó un mausoleo faraónico. Está todo a la vista. Lázaro fue muy torpe en todo momento. Dejó los dedos pegados por todos lados. No hay nada más que explicar. Nadie puede creer que Lázaro es el cartonero Báez ni una víctima de las corporaciones mediáticas. Su charla con los periodistas en el city tour que hizo por su casa, contrastada con las fotos de Triviño lo definen como un caradura que les mintió a todos. Ya no existe la mínima duda de que desmantelaron una bóveda gigantesca llena de valijas con tanto dinero sucio que se tenía que pesar.

Ya no hay ninguna duda de que la casa de 25 de mayo que fue del matrimonio Kirchner, que compró Lázaro y que estuvo cerrada mucho tiempo, fue visitada por dos camionetas que entre gallos y medianoche se llevaron bolsas con elementos que intentaron ocultar. Nadie oculta lo legal. Nadie oculta lo ético. Se lo llevaron en dos camionetas. Todo lo que dijeron Fariña y Elaskar se fue confirmando. La Rosadita repleta de funcionarios, los bolsos de euros ajenos, los aviones recaudadores, las cajas de seguridad gigantes, las sociedades truchas para lavar y las cuentas secretas en Suiza para fugar.
 
Lanata iluminó el caso de corrupción de estado mas grave desde el retorno de la democracia. Por el monto que nos robaron a todos los argentinos y por la directa relación entre un ex presidente y su cómplice. En cualquier país del mundo el gobierno estaría en el banquillo de los acusados ofreciendo las explicaciones correspondientes, tratando de controlar la crisis. Acá, la presidenta acusa a los medios y se victimiza. Los ministros miran para otro lado. El amigopolio del aparato de propaganda oculta por un lado y ataca a los denunciantes por el otro y la justicia avanza a paso de tortuga y con amenazas de muerte hacia los fiscales más valientes. El programa de ayer fue demoledor para el gobierno que convocó a una multitud para celebrar sus diez años en el poder. Hubo momentos inquietantes. La caricatura de Carlos Menem enseñándole a robar al imitador de Máximo Kirchner, por ejemplo. Casas, piletas, autos de lujo, aviones y helicópteros de muchachos que se hicieron millonarios durante la década ganada por ellos. El descubrimiento del obrero metalúrgico, que construyó y soldó la bóveda de Lázaro, las fotos que mostraron minuto a minuto la película del terror. El milagro de transformar una mega-caja fuerte en una flamante bodega en una semana.

La actuación de Lázaro frente a las cámaras de televisión. Daban ganas de decir: ¿Qué te pasa Lázaro, estas nervioso? ¿O Báez miente? Al principio daba bronca ver a Báez decir que no sabía de donde eran las fotos y que no conocía a su empleado Triviño. Después todo fue patético. Decadente, grosero, pornográfico. Unos tipos que utilizaron el estado para hacerse millonarios que dicen ser defensores de los pobres y que encima nos engañan en la cara y nos tratan como infradotados. Nos meten la mano en el bolsillo y nos quieren hacer creer que nos están poniendo plata. Y todo con la justificación seudo intelectual de Carta Abierta. Es penoso. Lázaro Báez se molestó porque yo lo traté como el Yabrán de Cristina.

Ayer se supo que su jefe de abogados es el mismo que tuvo Yabrán. Lo único que falta es que Guillermo Moreno entre con su patota armada e intervenga IBOPE como hizo con el INDEC y diga que el programa mas visto es 678. Para el final, una buena noticia. Es la verdad la que ganó por goleada. El periodismo pudo más que la mafia. Y si Jorge Lanata puede más que Julio Grondona se puede decir que hay una luz al final del túnel. Amanece que no es poco.