Vamos de Pícnic
Por Lorena Di Geso.
Anticipando un alivio en las temperaturas para los próximos días, pienso que antes de la llegada del otoño quiero hacer una de las cosas que más disfruto fuera de casa: hacer un pícnic.
La Real Academia Española define ‘Pícnic’ como “la excursión que se hace para comer o merendar sentados en el campo”.
En lo que me toca, resido en una mega ciudad, lo que me obliga a buscar un buen parque, plaza o, incluso, una terraza -por qué no- que oficie de sitio al aire libre, preferentemente con plantas y flores como telón de fondo.
‘Pícnic’ -para quienes no lo saben- en el idioma español es una palabra que lleva tilde (se escribe sin tilde en inglés). Pícnic deriva del francés pique-nique, cuyo significado sería algo así como ‘picotear alguna cosa de poca importancia’. Hacia el siglo XVII, el concepto de pique-nique estaba asociado a una comida a la que todos contribuían con algo.
Lo cierto es que tanto por aquel tiempo como en la actualidad el pícnic siempre está asociado a la celebración, al goce, al disfrute, a la charla, a risas y, en algunos casos, al coqueteo y al amor.
La característica principal del pícnic es que sea a cielo abierto. El sitio ideal para desplegar el banquete es sobre césped. Si, además, tenemos el privilegio de los árboles y flores, somos reyes. Y con espejo de agua a la vista, podemos sentirnos Dios.
Ahora bien, ¿qué llevarían ustedes a un picnic? ¿Cuál sería un infaltable?
El clásico del pícnic es el sándwich. A gusto de quien lo consuma, o bien, de quien esté a cargo de los preparativos. Los que están aún mejor equipados y cuentan con una tecnología superior, llevan alguna heladera portátil o estuche térmico, comúnmente llamada ‘lunchera’. En este caso, el traslado de quesos o fiambres se hace de modo más óptimo.
También se puede optar por alguna fruta fácil de manipular…manzana, banana, duraznos… Los frutos secos también pueden acompañar el menú ‘modo pícnic’.
En lo personal, considero que en este tipo de combo debe prevalecer el ‘homemade’…hecho en casa. Resulta cómodo ir a la góndola del supermercado y combinar paquetes de papas o cualquier otro snack disponible. Pero corta por completo la esencia del buen pícnic.
Las bebidas son otro cantar. Latas individuales o botella familiar. Utensillos, servilleta o repasador, cubiertos…vasos de plástico o de metal. Los que tengo pertenecen al segundo grupo. 4 vasos apilables, dos medidas por encima de un chupín de tequila. Un regalo de mi madre traído de Rusia. Están cubiertos por un estuche de cuero con cierre. ¡Muy prácticos para la aventura!
En cuanto a lo dulce, galletas o tupper con porciones de torta. También, bizcochuelo casero o muffins. No se recomienda poner chocolates en la canasta. Nadie puede garantizar que lleguen en forma y consistencia original.
¿Recuerdan algún picnic que tengan muy grabado en la memoria?
Nota: Nunca debe olvidarse una lona bien grande para que los asistentes entremos cómodos.
Entre los opcionales para la ‘sobremesa’, muchos optan por libros, dados, cartas, un ajedrez… ¿Los sumamos al pícnic? Definitivamente.
Y, como el arte siempre sabe contarnos la historia, muchas pinturas del siglo XVIII han reflejado el pícnic como una costumbre desde la época medieval tras una larga cacería. Era el corolario de este tipo de prácticas.
Décadas más tarde, el encuentro para llevar a cabo un pícnic era uno de los pasatiempos de la aristocracia. Algunos, de hecho, incluían teatro, baile y juegos de azar.
Estemos de acuerdo en algo: ya sea que nos sentemos alrededor de una mesa, de un fuego o de una canasta lo importante siempre es poder compartir.