UNICEF acaba de presentar el quinto informe sobre la situación de las familias durante la pandemia, en base a una encuesta realizada en todo el país entre octubre y noviembre. Empecemos por los datos alentadores: las familias retomaron los controles de salud que habían quedado rezagados durante la pandemia, muchas pusieron al día los calendarios de vacunación obligatoria y casi la totalidad de los chicos y chicas retomaron las clases, a diferencia de lo que ocurría a principio de este año.

Los adolescentes, que habían manifestado situaciones de depresión, angustia y miedo, han recuperado  su optimismo y revertido estos estados de ánimo, en gran parte gracias a las clases presenciales que les dieron la oportunidad de retomar su vida social. 

Sin embargo, UNICEF advierte que los niños y niñas menores de seis años siguen siendo la población más afectada. A diferencia de los adolescentes, todavía continúa el impacto socioemocional sobre ellos con distintas manifestaciones: duermen mal, tienen pesadillas, comen mal, les cuesta retomar sus actividades, están irritables. 

A esto sumemos las dificultades económicas: el 62% de los hogares encuestados enfrenta reducción en sus ingresos, el  porcentaje más elevado desde que comenzó a medirse en abril de 2020. Esta situación se agrava en las familias en las que la madre es cabeza de familia y en los sectores más vulnerables. Tener menos ingresos significa que muchos de ellos van a recortar en alimentos, en ropa, en útiles escolares, en elementos indispensables para la vida cotidiana. 

Un dato importante es que uno de cada cuatro hogares tiene deudas, cifra que aumenta en los hogares de ingresos más bajos, que dejaron de comprar algunos alimentos, pagar servicios y volvieron a pedir fiado en los comercios de cercanía. Subió también a niveles sin precedentes la cantidad de adolescentes que salieron a trabajar (23%) o buscan empleo para ayudar a sus familias (11%), siete de cada diez de los chicos y chicas que actualmente trabajan comenzaron a hacerlo en la pandemia.  

Con el regreso de padres y madres al trabajo presencial, en las familias de menores ingresos se multiplicaron las situaciones de cuidado precario, es decir, niños y niñas que quedan solos o al cuidado de sus hermanas y hermanos mayores. 

Aunque se duplicaron las asignaciones sociales entre abril de 2020 y octubre de 2021 (del 18 al 48%), el 76% de aquellos que reciben la AUH, no llegan a cubrir la mitad de los gastos en alimentos, bebidas, ropa y zapatillas. Un panorama de alta vulnerabilidad y desigualdad que afecta, sobre todo, a la primera infancia.