Moravia es una de las tres regiones históricas que forman la República Checa.

En el nordeste de esta región se halla la ciudad de Príbor, un sitio que hoy no alcanza los 10.000 habitantes. En ese lugar nació el 6 de mayo de 1856 el protagonista de esta historia.

Ya en 1860, la familia se trasladó a Viena, la capital de Austria. Ese será el escenario donde iniciará sus estudios y llegará a su cima personal.

En la Universidad de Viena estudió medicina y en medio de ese trayecto se interesó por un caso que se convertiría el hilo del que Freud tiraría para desenrollar la madeja: el caso Anna O.

Anna O era una mujer afectada de parálisis intermitente de brazos y piernas, con problemas en el habla y la vista. Tenía alucinaciones y bruscos cambios de humor.

La casualidad quiso que Freud fuese amigo del médico que llevaba adelante ese caso: el Dr. Josef Breuer, quien concluyó que Anna sufría de histeria. Comprobó que la paciente sufría una especie de hipnosis por las noches que la llevaba a hablar de las fantasías diurnas. Ella lo llamaba “limpieza de chimenea” y resultaba un verdadero alivio.

Breuer llamó a eso “catarsis”, que significa Limpieza en griego.

Una década después del caso Anna O, Freud y Breuer escribieron juntos un libro llamado “Estudios sobre la histeria”, donde explicaban que los síntomas de esa enfermedad estaban asociados a traumas psíquicos olvidados y a conflictos internos reprimidos.

El método que ellos impulsaban para determinar el origen y el tratamiento de la histeria era la hipnosis.

Esta era una práctica clínica que llevaba al paciente a descargar las emociones que causaban los traumas mediante la catarsis.

Pero antes de este postulado, algo muy importante había ocurrido en la vida de Sigmund. Luego de haberse recibido de neurólogo clínico en 1881, viajó becado a París y allí estudió la metodología de Jean Charcot, famoso especialista en tratamientos de enfermedades mentales a través de la sugestión hipnótica. 

Juan Charcot
Juan Charcot

Freud se pasó un año estudiando este método y concluyó que los trastornos mentales tenían una raíz psicológica, que no se originaban en el cerebro, sino en la mente.

En 1886 volvió a Viena, alquiló un depto y abrió un consultorio.

El 13 de septiembre se casó con Martha Bernays.

Durante su desarrollo como neurópata decidió reemplazar la catarsis por la investigación del curso espontáneo de los pensamientos. Estaba convencido de que la raíz de los trastornos mentales había que buscarla en la interpretación de los procesos inconscientes.
Digámoslo con una sola palabra: psicoanálisis.

Después de recostarlos sobre un diván, Freud pedía a sus pacientes que hablaran sin restricciones sobre todo lo que espontáneamente atravesara por su mente.

La investigación consistía en descubrir el significado inconsciente de las palabras, los actos y las acciones imaginarias.

Consideró que los sueños expresaban mediante símbolos el origen del conflicto que ya había crecido en trastorno.

Debió luchar contra el mecanismo de defensa de todo paciente: no profundizar su dolor recordándolo. Y logró descifrar algo notable a la que llamó Teoría de la Transferencia.

Las actitudes emocionales establecidas originalmente hacia los padres en la niñez eran transferidas en la adultez a maestros, jefes, superiores o incluso al propio psicoanalista.

EL PSICOANÁLISIS

El descubrimiento del inconsciente fue uno de los primeros aportes del genio. Decía que en el ámbito del inconsciente los pensamientos o sentimientos que se presentan unidos, se dividen o salen de contexto. 

Freud le dio a los sueños un papel principal en la gran obra que es la mente humana.
Según él, entre los 3 y 5 años, el objeto de amor y de deseo para un niño es la madre. Y el padre es el rival.

Cuando crece y comprende la relación del padre y de la madre, impulsa su deseo a otras mujeres. Freud tomó la trama de la Tragedia de Edipo Rey (que se casó sin saberlo con su madre, Yocasta) para definir la cuestión. El complejo de Edipo.

Edipo
Edipo

Otra palabra famosa que aparece en la teoría de Freud es pulsión.

Pulsión es un término que se utiliza en psicoanálisis para designar aquel tipo de impulso psíquico característico de los sujetos de la especie humana que tiene su fuente en una excitación interna y que se dirige a un único fin preciso: suprimir o calmar ese estado de tensión.
Sigmund distinguió entre pulsión de vida (eros) que aglutina el impulso del yo y los impulsos sexuales. Y pulsión de muerte (thanatos), que es la reducción completa de las tensiones motivadas por Eros.

Esto le permitió establecer una serie de procesos en el desarrollo sexual del ser humano, una evolución siempre guiada por la palabra clave: placer.

Y sostuvo que las diferencias entre los procesos las marcaba el objeto elegido para desarrollar el placer: fase oral, fálica y genital.

En 1902, Freud fundó la Sociedad Psicoanalítica de los Miércoles. Eran colegas suyos que concurrían a su consultorio los miércoles para discutir sobre las teorías del maestro.

Otras curiosidades

*En su juventud, leyó el Quijote. Y con esa lectura aprendió el castellano, sin maestros, sólo con el texto inmortal de Cervantes.

*Coleccionaba antigüedades griegas, romanas y egipcias. Su casa y su consultorio estaban repletos de muebles y objetos antiguos.

*Era un fumador compulsivo, un adicto al tabaco.

*A los 24 años conoció una sustancia que lo acompañaría un largo tiempo. Era una droga que se le brindaba a las tropas para mantenerlos motivados durante las batallas. Se llamaba cocaína. A los 40 años la dejó porque le generaba taquicardia y malos recuerdos de algunos de sus amigos.

*Tenía un amor irrenunciable hacia los perros. Su perrita llamada Jofie se transformó en su asistente. Llegaron a tal grado de sintonía que cuando ella se incorporaba de su sueño era porque el tiempo de la sesión había terminado. Fue su reloj.

*Freud tenía un par de fobias extrañas: al número 69 (siempre le huía al 6 y al 9 juntos) y a los helechos. 

*Y una manía. Almorzaba siempre a la una de la tarde y luego se iba a caminar tres kilómetros.

*Escribió cerca de 20.000 cartas en su vida. Le encantaba hacerlo de madrugada y mantenía correspondencia con Albert Einstein, André Breton y María Bonaparte.

*Su hija Anna fue una destacada psicoanalista (hija e’ tigre), su nieto Lucian, pintor. Su otro nieto, Clement, escritor. Su bisnieta Emma, periodista. Y otra de sus bisnietas, Bella, diseñadora de moda.

En 1933, con Hitler en el poder, los nazis quemaron sus obras. Cuando esa Alemania anexó Austria a su territorio, Freud se piró para Londres.

Allí publicó su último libro: Moisés y el monoteísmo.

Murió el 23 de septiembre de 1939, a los 83 años, por un cáncer de mandíbula que se había iniciado 16 años antes.

Sigmund Freud.
El padre del psicoanálisis, el reparador de sueños.