“Vos no sos cool”, sentenció mi hijo que está terminando 5to año, cuando intenté sermonearlo sobre las precauciones que debería tomar en la celebración del último día del colegio secundario.  La frase me cayó como un mazazo: a veces tenemos pocas herramientas para encarar el diálogo. 

Los estudiantes salen del encierro de la pandemia para festejar: volvieron las fiestas, los viajes de egresados y el UUD.  El UPD (ultimo primer día, en marzo, en el que celebran la última vez que tendrán su  primer día de clase),  y el UUD (último ultimo día) son tradiciones relativamente nuevas que consisten en pasar la noche en vela en las casas o en espacios públicos, desfilar por las calles, para luego entrar todos juntos a la escuela en clima festivo.

Las chicas y los chicos tienen motivos para celebrar: están terminando un ciclo, con lo que implica de festejo y de duelo. Se despiden de la escolaridad, de sus compañeros, de sus profesores y de una de las etapas más importantes de la vida.  Las vivencias, las anécdotas y las amistades que se lleven del colegio los acompañarán siempre. Las actividades que se realizan en estos días son mucho más que una celebración: son despedidas y rituales de pasaje hacia la vida adulta.   Por eso es muy importante que puedan disfrutarlas y que los adultos acompañemos de manera responsable, porque estamos orgullosos de ellos, celebramos los logros, pero queremos preservarlos.

El UUD y el UPD, están asociados al consumo de alcohol, un hábito que se instala entre los adolescentes desde edades tempranas. Todos conocemos casos de chicas y chicos que no pudieron entrar a su propia fiesta de egresados porque llegaron borrachos, porque pasaron un mal momento en las “previas”, o porque fueron hospitalizados. 

Esta semana Walter Martello, el defensor adjunto de la Provincia de Buenos Aires, lanzó una serie de recomendaciones para las familias. La más elemental es el diálogo,  en el que también sería ideal que participara el colegio fijando pautas de convivencia. A la hora de encarar la charla, deberíamos desnaturalizar el consumo y terminar con la asociación entre diversión, amistad y alcohol. Para divertirse no es necesario tomar, el consumo en exceso puede traer problemas de salud, además de generar siniestros viales, prácticas sexuales riesgosas, o exponerlos a situaciones de riesgo. 

Dicho esto, intento una vez más ser una madre “cool”, y le deseo a mi hijo que se divierta mucho en su último último día.

Copio aquí las recomendaciones para madres, padres y docentes de la campaña que encabeza Walter Martello, Defensor Adjunto de la Provincia de Buenos Aires
➡ Empecemos por casa: hablemos con nuestras hijas e hijos sobre las consecuencias del consumo excesivo de alcohol.
➡ Busquemos alojar y contener a las y los jóvenes, no de dejarlos solos.
➡ Debemos trabajar y promover, desde la escuela, prácticas de cuidado entre pares.
➡ Problematicemos la asociación entre consumo de alcohol y diversión. Hablemos sobre sus consecuencias físicas y sociales, con información científicamente validada y actualizada.
➡ Concienticemos que el consumo en exceso implica menos autocontrol y reduce la capacidad de procesar información: incrementa las posibilidades de ejercer y/o padecer acciones violentas y accidentes de tránsito.
➡ El abordaje puede trabajarse como parte de los acuerdos institucionales de convivencia de las escuelas, construidos conjuntamente entre toda la comunidad educativa, de modo que se reafirme la responsabilidad colectiva en torno a las prácticas de cuidado para este día.
➡ Las medidas que se tomen desde la escuela no deben ser únicamente prohibitivas o sancionatorias. Trabajemos el UUD como un hecho pedagógico y reflexionemos críticamente sobre estas prácticas.