Muchos chicos de veintitantos o treinta, fantasean con disfrutar en la cama de la experiencia de una mujer madura. Del otro lado, cada vez más solteras maduras se sienten en su plenitud amatoria, después de años buscándose, y anhelan experimentar con su deseo con hombres más jóvenes y con más vigor.

Este intercambio se conoce con el nombre de cubbing (cub en inglés significa cachorro), expresión que tiene en cuenta el punto de vista de la mujer. Supone toda una revolución: hasta no hace mucho, a las mujeres se les decía que la menopausia era el fin del apetito sexual. Nada más lejos de la realidad. Por otra parte, se da la vuelta también al mitificado estereotipo de galán entrado en años con chica joven del brazo: las maduras también pueden y quieren. 

Para la psicóloga clínica y sexóloga española, Miren Larrazábal, es una parte positiva de nuestra época: "Durante mucho tiempo hemos limitado la sexualidad de la mujer a la reproducción. Cuando le preguntabas a una mujer de 50 si tenía relaciones sexuales, respondía: '¡Uy, a mi edad!'. Ha recuperado su derecho al placer, aunque queda mucho por conquistar. Esto ha consolidado el atractivo de la mujer madura y la idea de que con la edad no acaba el sexo. La gente joven busca la experiencia de una mujer con experiencia y me parece extraordinario y es bueno que esta pueda estar con jóvenes sin prejuicios sociales".