Cada vez son más expertos que alertan de la mala influencia que pueden tener las escenas del porno en la vida sexual de las personas: aunque se aprendan algunas cosas, se puede transmitir una idea patriarcal y cosificadora del sexo, crear faltas fantasías o expectativas irreales. Pero, además, puede generar una adicción que aunque no está considerada como enfermedad clínica puede ocultar otros problemas. 

La web porno más importante del mundo es Pornhub, con 90 millones de vídeos. Recibe 64 millones de visitas al día, de las cuales el 26% son mujeres. Pero hay muchos otros como Xvideos, Xhamster y un largo etcétera.

Los expertos en general, explica un artículo de Psychology Today, evitan tratar la adicción al porno como una adicción química. Ni este ni la adicción al sexo son reconocidos por el Manual de Estadística y Diagnóstico de Trastornos Mentales de al Asociación Estadounidense de Psicología. 

La OMS, en cambio, sí que reconoce el Trastorno de Comportamiento Sexual Compulsivo y entre ellos el uso compulsivo de pornografía es el que más preocupa, pero desde el manual de dicha problemática alertan que la angustia personal que sienten los pacientes puede tener más que ver con los juicios morales en torno a la masturbación. 

La mayoría de investigadores dudan que la adicción al porno sea un trastorno clínico. Los neurocientíficos no han demostrado una actividad incrementada en las regiones del cerebro que se activan con la adicción en las personas que se reconocen como adictos a la pornografía.

Lo que creen, más bien, es que esa adicción al porno puede ser muchas veces una forma de manifestar una depresión o un trastorno obsesivo compulsivo. ¿Cuándo se vuelve el uso de pornografía problemático? Cuando el usuario cree que lo es. O sea, seguramente cuando le afecte demasiado en sus relaciones con otras personas o cuando deje de hacer cosas importantes para dedicarse a ver pornografía.

Pero más allá de la adicción, una de las preocupaciones principales que existe hoy en día en torno a la pornografía es que, al estar en internet, cualquier niño de cualquier edad tiene gran facilidad para entrar en contenidos mucho más duros que aquellas revistas o aquellos vídeos que clandestinamente los adolescentes conseguían por primera vez hace unos años. 

No hay que olvidar que la pornografía también tiene un efecto reductor del estrés y generador de placer y de autoexploración. Pero psiquiatras expertos de tres unidades clínicas diferentes alertaron en un Congreso de Patología Dual celebrado este año, que el consumo temprano de porno, al darse cuando la mente se está formando, podría generar problemas de hipersexualidad o falsas expectativas relacionadas con el sexo, así como agresividad u objetivización de la mujer, según Cuídate Plus, de Marca. 

Un estudio reciente de Save the Children muestra que el 46,2% empieza entre los 3 y los 17 años y el 53,8% entre los 6 y los 12 años.