Bajo un sol primaveral, la Imagen Cabecera de la Virgen que acompaña a los fieles inició su recorrido desde el templo luego de la misa que ofició monseñor Horacio García ante una multitud emocionada que saludaba entre lágrimas y pañuelos blancos a la Virgen al salir de la iglesia.

Un jolgorio popular que se vestía de zapatillas deportivas, gorras y ropa cómoda inició su caminata rodeado de estampitas, flores y otras imágenes religiosas, cuya escena completaban los cantos a Jesús y los "hurras" a la Virgen.

"Nosotros no llevamos a la Virgen, ella nos lleva a nosotros", sostuvo Daniel, un hombre de 48 años que forma parte de el equipo de Coordinación de la Imagen Cabecera: "hace 28 años que hago esta peregrinación, y cada una de ellas es una enseñanza, ninguna es igual a la otra".

"Se vive la experiencia de estar en contacto con nuestros hermanos, y nos mueve la fe a la Madre, ella sola nos convoca, es por eso que cada peregrinación es muy distinta, porque cada uno tiene una necesidad distinta de venir, y son diferentes las historias de vida; en definitiva, la vida es una peregrinación", reflexionó.

Carlos, quien peregrina por tercera vez y este año viajó desde Concepción del Uruguay (Entre Ríos) hacia Liniers con un grupo de personas de la parroquia de su ciudad, también realiza un razonamiento similar al de Daniel: "esto es como la vida misma porque ves todo, sentís de todo en el mismo trayecto, ves gente linda, loca, alegre, toda gente que va por la fe".

La enorme multitud que protagonizaba la escena en la Avenida Rivadavia caminaba a paso acelerado, interrumpida únicamente por organizadores y colaboradores que se acercaban a ofrecerles botellas de agua, ya que recién en Morón se produce la primera parada, en donde los peregrinos pueden descansar un tiempo.

Angélica, una mujer de 57 años que vive en Palermo, desde hace cinco años participa de la peregrinación "para agradecer por todo, por la patria, por el Papa, por nuestros hermanos, por todo", sostuvo a Télam emocionada al observar a los fieles que la acompañaban en el trayecto.

Yésica, una joven de 17 años, acompañada de su mamá Laura, de 45, caminaban hacia luján con un cochecito de bebé en donde descansaba Jazmín, la bebé de nueve meses de Yésica, quien ya realizó la procesión el año pasado "desde la panza", tal como sostuvo su abuela.

"Yo vengo desde hace cinco años y la primera vez quería saber si podía llegar", afirmó Laura, oriunda de Lugano: "como lo hice y me gustó ahora sigo, porque cuando vas caminando pensás en la Virgen, es ella la que te lleva a Luján", afirmó.

Mónica, Adriana y Pepe son tres fieles que partieron esta mañana desde Balcarce (provincia de Buenos Aires) hacia la Capital Federal, para emprender la caminata de 60 kilómetros hacia el templo ubicado en Luján.

Adriana, de 46 años, hace 14 años que peregrina y, en diálogo con Télam, mencionó que "la gente cambia con el tiempo pero todo el mundo va con el mismo fervor, con mucha fe y alegría, aunque cuando las épocas son más críticas viene más gente".

"Yo sigo viniendo porque es una experiencia espiritual tan fuerte que no puedo decir que no voy, porque cuando va llegando la fecha empiezo a buscar colectivo para venir, y además caminar casi no cuesta nada, es como que el espíritu te lleva", afirmó Adriana.

Su compañera Mónica, de 57 años, realiza por primera vez la peregrinación y al observar a la multitud, afirmó que "esto es divino, me encanta, vengo a agradecer por todo, y realmente espero poder llegar".

Pepe, de 48 años, por su parte, quien peregrina cada dos años hacia Luján desde hace ocho, afirmó que "para llegar a Luján tenés que ser fuerte de la cabeza, porque el físico llega como puede, te duele todo, pero tenés que superar los dolores porque el esfuerzo lo vale".

Los peregrinos esperan realizar el trayecto de 65 kilómetros hacia Luján en 19 horas, donde la misa central, que será oficiada por el Arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mario Poli, se realizará mañana a las 7 de la mañana.