Los videojuegos, como tantos otros factores, moldean nuestro cerebro. Ahora lo confirman los científicos. Algunos afectan de manera positiva a las capacidades cognitivas del mismo. Otros alertan de que con frecuencia los videojuegos generan adicción, pérdida del sentido de la realidad y pueden fomentar conductas crueles o desviadas.

Entre los defensores de los efectos positivos de los videojuegos se encuentra, por ejemplo, el profesor Adam Gazzaley de la Universidad de California en San Francisco (EE.UU.), que diseñó el videojuego Neuroracer para abordar el deterioro mental de los mayores. Las pruebas realizada por demostraron que los usuarios de mayor edad mejoraron su memoria y la capacidad de concentración.

En este sentido, la profesora Daphne Bavelier, de la Universidad de Ginebra, que estudia cómo el cerebro se adapta a los permanentes cambios ambientales, demostró en un experimento que los usuarios de los videojuegos presentaron mejor capacidad de visión que el resto gracias a los numerosos movimientos y acciones que implican aquellos. Ello se debe a que los jugadores tienen que reaccionar muy rápidamente y distribuir su atención a lo largo de pantalla de ordenador.

Además, los videojuegos pueden tener aplicación práctica en campos como la medicina. El doctor Henk ten Cate Hoedemaker, un cirujano laparoscópico asociado a la Universidad de Groningen, diseñó un juego que permite desarrollar la motricidad y la agilidad en esta técnica quirúrgica a través de una lente óptica. Su objetivo es que los cirujanos principiantes practiquen. Quienes tienen éxito en el juego aprueban con mejores resultados las tareas educativas quirúrgicas.