La comunidad judía celebra desde hoy con la caída de la primera estrella Rosh Hashaná, o el comienzo de un año nuevo, que propone un tiempo de reflexión: revisar los orígenes y los propios actos para renacer como hombres y mujeres que toman las riendas de su vida, según explicaron rabinos de diferentes comunidades.

El festejo tiene su epicentro en la sinagoga, con plegarias y cantos, donde se busca renovar la esperanza para el "renacer del ser". Sin embargo, las cenas del 24 y 25 de septiembre se encuentran también cargadas de un gran simbolismo que convoca a las familias a reunirse.

A diferencia de Pesaj (Pascua Judía), Rosh Hashaná -que corresponde al inicio del año 5775- invita en vez de a "tirar papelitos, a guardarlos y ordenarlos para un nuevo comienzo".

"Rosh Hashaná es la oportunidad para un balance del alma y una evaluación de la existencia y junto al Iom Kipur, Día del Perdón, que se celebra diez días después, nos enfrenta a nuestro propio destino", manifestó a la agencia Télam Darío Feiguin, rabino de la comunidad Bet Hilel.

Por esa razón, "a ambas celebraciones se las denomina 'días terribles'' (iamim noraím), desde la perspectiva del sentido de la existencia", agregó, quien estará al frente de las celebraciones del Seminario Rabínico Latinoamericano "Mashall T. Meyer", ubicado en el barrio porteño de Belgrano.