Vamos a comenzar esta historia con un protagonista que ya tiene más de 20 años y está desarrollando el propósito de su vida y su temperamento: ser el mandamás de Roma. 
Cayo Julio Cesar dice en su juventud amanecida: “Seré lo que los Dioses y mi propia voluntad decreten”.

Por ese entonces, es aliado del hombre más rico de Roma, un personaje llamado Craso.
Craso y Pompeyo luchan por el poder de la ciudad, por ser la máxima autoridad, el cónsul.
Entonces César tiene una idea genial. Se pone en el medio de ellos y para evitar la guerra civil les dice que lo nombren cónsul a él y que obedecerá lo que ambos le digan e impondrá las leyes que deseen.
Y así sucedió.
Pero antes, pasaron cosas.

Julio César se casó con Cornelia cuando tenía 16 años, fue perseguido por el dictador Sila y tuvo que salir de la ciudad. Volvió e integró el Senado, fue secuestrado por piratas y su familia debió pagar el rescate. Fue recaudador de impuestos en España. Se volvió a casar (ahora con Pompeya, nieta de Sila), fue elegido cónsul encargado de urbanismo, máxima autoridad religiosa en Roma, gobernador en Hispania y regresó a Roma con su fortuna rearmada.

Había calma aparente en Roma, pero Craso quiso hacerse poderoso conquistando territorios y se fue a Partia para anotarse un poroto importante. 
Craso cometió un gran error. 
Murió en una batalla desigual.
Error de craso.

Y Pompeyo, que se había casado con Julia (la hija de Julio César), se convirtió en “cónsul sin colega”, un cargo nuevo con amplias atribuciones.

Reconstrucción del rostro de Pompeyo
Reconstrucción del rostro de Pompeyo

Mientras tanto, para obtener el respeto del pueblo romano, Julio César creyó que la única manera de lograrlo era conquistando territorios para Roma. 
Y sin autorización del Senado ni del cónsul, fue en conquista de la Galia. 
Los galos estaban desunidos, pero bajo el influjo del caudillo Vercingetorix armaron un poderoso ejército al que después de mucho tiempo de lucha pudo derrotar el César. 
Esa guerra dejó un millón de muertos.

Instalado en la Galia, para Julio César llegó un momento clave. Volver a Roma y enfrentar a Pompeyo. 
Y allí, el río Rubicón.

El río tenía especial importancia en el derecho romano, porque a ningún General le estaba permitido cruzarlo con su ejército en armas.
Marcaba el límite del poder. 
La noche del 11 al 12 de enero de 49 A.C., Julio César se detuvo un instante ante el Rubicón, atormentado por las dudas: cruzarlo significaba cometer una ilegalidad, convertirse en criminal, enemigo de la República e iniciar la guerra civil.

Hubo dudas en la tropa, pero César cruzó personalmente el pequeño río para dar valor a sus hombres.
Una vez del otro lado, gritó la famosa frase “Alea iacta est”, la suerte está echada. 

Y se armó la rosca.
Pompeyo huyó de Roma para generar desgaste y César lo persiguió. Hasta el África.
En Egipto, César conoció a Cleopatra. Y allí se despertó un furioso amor.
El hermano menor de Cleopatra, Ptolomeo, un rey de 14 años, para congraciarse con el líder le entregó en una bandeja la cabeza de Pompeyo. 
César indignado le dijo “esto no se le hace a un romano”. 
Ayudó a Cleopatra para deshacerse de su hermano y ser la reina de Egipto.

César volvió victorioso a Roma, se hizo dueño y señor.

BRUTO 

Marco Junio Bruto era el hijo de la amante de César, Servilia.
César lo conocía desde pequeño y lo quería como un hijo propio. 
Cuando ya había sido nombrado dictador de Roma, César empezó a preocuparse por su legado. Como no tenía un hijo varón, pensó en Bruto para sucederlo.
Pero aquí se detienen los tiempos nuevamente.

Angelina Jolie personificó a Cleopatra
Angelina Jolie personificó a Cleopatra

Un año después de aquella historia en Egipto, Cleopatra viaja a Roma. 
Es recibida por Julio César. 
-¿Qué tal el viaje?
-Largo, pero espero que sea provechoso.
Y ahí nomás entra en escena una mujer que trae en brazos a un bebé. 
-¿Quién es? Pregunta el César.
-Se llama Cesarión y es tu hijo- responde la reina del Nilo.

Es el principio del fin.
Servilia pierde todo en un momento, el futuro de su hijo Bruto y el suyo propio. 
Entonces empieza a instalar en la cabeza del joven senador la idea de deshacerse de César.
“Ahora tiene un hijo, tú fuiste desplazado”.

Bruto se acerca a algunos senadores, mientras Cleopatra planta en la cabeza de César la semilla de la monarquía. 
“Tu hijo va a ser el rey de Egipto y podría ser también el rey de Roma”.

Estamos en el año 45 AC. 
César lleva conquistados 3.200 km2 de territorio para Roma, sacó a la ciudad del caos y comienza a pensar en una dinastía. Cree que la política romana debe ser manejada por una familia: la suya.

Es el verdadero número uno y lo hace sentir. 
Su cumpleaños se transforma en feriado nacional, comienza a usar una túnica morada como los antiguos reyes romanos.
César cree que liderar Roma es su destino y busca solidificar su poder eternamente.
Frente al Senado se hace nombrar “Dictador perpetuo”. 
Pero, está enfermo. Tiene convulsiones en pleno nombramiento.
El caldo está hirviendo a borbotones y el Senado planea su muerte.

Bruto amaba la república romana y su concepto. Y César atentaba contra ello.
Para que su enfermedad pase a un segundo plano, Julio César quiere agigantar su figura en el campo que mejor le cae. La Batalla.
Planea con Marco Antonio una invasión a Partia, donde había muerto Craso.

Convoca al Senado de urgencia para anunciar la campaña. Es Bruto el que se encarga de la convocatoria.
Empieza a crecer el rumor de que todo esto terminará con la conversión de Julio César en rey. Y en ese instante de la vida romana, esa es una idea aberrante.

Todo está armado. 
El 15 de marzo del año 44 AC, en el Auditorio, de 23 puñaladas, algunos senadores romanos asesinan a Julio César. Es Bruto el que le da el toque final.

Escribió Borges en su cuento “La trama”:
“Para que el horror sea perfecto, César, acosado al pie de una estatua por los impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Junio Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se defiende y exclama: Tú también, hijo mío”.

El asesinato conmueve a Roma, la ciudad llora a su líder.
Bruto y sus conspiradores no pueden mantener el orden.
Bruto se enfrenta con Marco Antonio y antes de caer prisionero se suicida.

Marco Antonio será traicionado por sus fieles y emigrará a Egipto, donde se casará con Cleopatra.
Cesarión, el hijo de César, gobernará Egipto, pero solo dos semanas, ya que será asesinado a los 17 años.

Luego de unos años de incertidumbre, la República romana cayó. 
Después de Julio César nada podía ser igual. Roma se convierte en un imperio. El más poderoso de la Tierra.
El primer emperador será el gran Octavio, sobrino de Julio César, quien estará en el poder durante 40 años.

ALGUNAS FRASES DEL CÉSAR

-La experiencia es la maestra de todas las cosas.
-Los cobardes mueren muchas veces antes de sus muertes reales.
-Apresúrate despacio.
-Solo los cobardes son valientes con las mujeres.
-El hombre en general es rápido para creer lo que desearía que fuera cierto.

Julio César nació en el año 100 AC y fue asesinado cuando tenía 55 años.
Su legado ha sido inmenso. El mes de julio se llama así en su honor, hay un cráter en la Luna que lleva su nombre.
Fue el gran protagonista de una de las transiciones más grandes de todas las épocas, cuando Roma pasó de República a Imperio.
Algún historiador ha dicho que Julio César fue uno de los dos o tres hombres más conocidos de la historia del mundo.
Y no vemos por qué haya que dudar de eso.