Desde que Nahir Galarza asesinó a Facundo Pastorizzo su figura despertó todo tipo de fetiches. Se transformó en un símbolo para grupos que creen que su reacción fue contraria a la dominiación machista, recibió cientos de propuestas para conocerse por parte de diversos hombres ya en la cárcel y se han abierto decenas de cuentas en redes sociales que le muestran "admiración".