No resulta sencillo, jurídicamente hablando, practicar sexo extremo de forma segura. Al menos si se trata del BDSM, siglas que se refieren a relaciones consistentes en el 'bondage'; la disciplina y dominación; la sumisión y el sadismo, y el masoquismo. Y es que, como pone de manifiesto una reciente resolución de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), la concreción contractual de los juegos o roles que se llevan a cabo en dichas prácticas sexuales puede resultar legalmente inválida por contravenir un derecho fundamental como es la dignidad humana.