La reciente investigación, única en su tipo y llevada a cabo por neurocientíficos de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, se propuso centrarse específicamente en los efectos del neurodesarrollo del uso de los medios sociales en adolescentes. 

Para ello, los responsables reclutaron y siguieron a 169 escolares de centros públicos de enseñanza media de la zona rural de Carolina del Norte durante un período de 3 años. Esto es lo que salió a la luz.

Los resultados, publicados en JAMA Pediatrics, arrojan datos muy interesantes.

En primer lugar, los científicos separaron los diferentes comportamientos digitales. Previamente, informes como este de 2019, hallaron que la televisión y la actividad en las redes sociales se correlacionaban con un aumento de los síntomas de depresión en los adolescentes, mientras que el uso de videojuegos y ordenadores apenas tenía efectos negativos.

Los participantes, de 12 años de edad, revelaron cuántas veces al día consultaba sus redes sociales. Los que lo hacían 15 o más veces al día se clasificaron como usuarios habituales. 

Durante el tiempo del análisis, fueron sometidos a resonancias magnéticas anuales durante las cuales probaban un juego diseñado para desencadenar la actividad cerebral en regiones asociadas a las respuestas de retroalimentación social.

Las conclusiones revelan que los niños con conductas habituales de comprobación de las redes sociales mostraban una mayor actividad en partes del cerebro asociadas con la anticipación social y las recompensas sociales. Además, a lo largo de los tres años que duró el estudio, se incrementó la sensibilidad de esas regiones cerebrales.

Es decir, que los cerebros de los adolescentes pueden volverse más sensibles a la hora de anticipar recompensas y castigos sociales con el paso del tiempo y el aumento del uso de las plataformas. El estudio se centró en 3: Facebook, Instagram y Snapchat. 

"Los hallazgos sugieren que los niños que crecen consultando las redes sociales con más frecuencia se están volviendo hipersensibles a la retroalimentación de sus compañeros", señala Eva Telzer, profesora del departamento de psicología y neurociencia de UNC-Chapel Hill y autora correspondiente.