Daniel López, el maquinista del tren que chocó con otro en Castelar en junio, advirtió que "para proteger vidas" se necesitan "frenos, no cámaras de video", y dijo no ser ni un "loco" ni un "conductor suicida".

Al igual que lo hizo ante la Justicia que investiga la tragedia ferroviaria, López insistió en que los frenos no funcionaron al momento de ser activados el día del accidente y remarcó: "No estaba alcoholizado, no estaba dormido, ni soy un conductor suicida. Hice todo lo posible por frenar, pero el tren no me respondió. Cuando vi que la colisión era inevitable, cuando ya no podía hacer más nada, me corrí hacia un costado y me encomendé a Dios", recordó.

El juez federal de Morón, Jorge Rodríguez, pidió ayer los "antecedentes formativos", historias clínicas y exámenes psicofísicos anuales de los dos conductores involucrados en el choque de trenes de Castelar, que dejó 3 muertos y más de 300 heridos. Por su parte, la Unidad de Gestión Operativa Mitre Sarmiento (UGOMS) informó que se instalaron cámaras de filmación en las cabinas de conducción de 11 formaciones de la línea Sarmiento, pese a las advertencias gremiales.

Consultado sobre qué pensaba de la colocación de estas cámaras, López respondió: "No me molestan, pero no van a ayudar a salvar vidas. Para proteger las vidas necesito frenos, no cámaras de video". El conductor, 52 años, viudo y padre de cuatro hijas, relató que ingresó al ferrocarril en 1982 y dos años después comenzó a desempeñarse como motorman "después de la capacitación correspondiente".

El maquinista sostuvo que, en 29 años en esta función, es la "primera vez" que le fallan los frenos. "Fue ésta la primera vez. Tenemos otros problemas: hace 20 años que pedimos que nos pongan ventiladores de techo en las cabinas, tenemos filtraciones de agua y de frío, los vidrios se empañan frecuentemente y no vemos bien. Arriesgamos la vida todos los días", se quejó.

López admitió que el día del siniestro no respetó los semáforos que indicaban, primero, precaución y, luego, detenerse. "Los violé porque los frenos no me respondían. Ya cuando quise bajar la velocidad por el primer semáforo, el freno no me respondió. Frené otra vez, y seguía sin responder. Cuando veo el tren detenido adelante, intenté frenar por todos los medios. En un momento, me di cuenta de que la colisión era inevitable, entonces intenté accionar el freno de emergencia, para que por lo menos se amortiguara el impacto, pero tampoco respondió", rememoró.

-¿Cuando violó los semáforos el sistema le pidió que dijera que estaba bien a través del mecanismo llamado 'hombre vivo'?, se le inquirió.

-No, el mecanismo lo vamos activando permanentemente todo el viaje, todos los viajes. Prueba de que yo no estaba dormido el día del accidente es que mantuve activo el 'hombre vivo' siempre, hasta el choque -puntualizó. Asimismo, negó haber estado alcoholizado: "Y no lo digo yo, los controles de alcoholemia previos a mi entrada en servicio y posteriores al accidente dieron negativo".

"Tampoco estoy loco, ni me quise matar; ¿me agarró la locura de golpe en Morón? Es absurdo. Mi propia familia viaja en el Sarmiento: mi hija viajó en el tren que chocó en Once, pero se bajó una estación antes. De Marcos Córdoba, el maquinista de esa tragedia, dijeron que no tenía experiencia, pero yo tengo experiencia", resaltó.

El motorman dijo haber demorado en enterarse de las muertes que causó el accidente. "Por el choque, quedé atrapado en la cabina. Escuchaba gritos. Cuando logré liberarme, me tiré a las vías. Me chorreaba sangre de la cabeza, me dolía el pecho, tuve golpes en la columna y las rodillas. Estaba en shock. Rumbé para la base a pedir ayuda. Me trasladaron a una clínica en Morón y ahí me incomunicaron. Me enteré de los fallecidos al hablar con mi abogada, antes de declarar ante el juez", evocó.