La naturaleza y la crianza no son independientes entre sí. La genética molecular —el estudio de la estructura y función de los genes a nivel molecular— muestra que estos dos elementos se influyen constantemente entre sí y son interdependientes.

Los genes influyen en el comportamiento que ayuda a las personas a elegir su entorno. Por ejemplo, la extroversión transmitida de padres a hijos ayuda a los niños a construir sus grupos de amistad.