En el Día Nacional de la Donación de Órganos, Víctor Hugo entrevistó al deportista trasplantado Diego Valenzuela, kinesiólogo recibido que vive en la localidad bonaerense de Tres Arroyos.

Hoy tiene treinta y siete años, y lo operaron de un riñón cuando tenía veintiuno. "Mi padre me donó un riñón. Tenía un problema de nacimiento y a los diez años ya mis riñones no funcionaron más. Fueron tratando de solucionar algunas cositas y ya a los 21 años dejó de haber una función completa. Si no me operaban entonces, no sé si me moría, pero entraba en diálisis eternamente hasta que consiguiera un órgano. Ahí sí perdía calidad de vida totalmente: estar conectado a una máquina cuatro horas diarias tres veces a la semana, el desgaste continuo de eso y no tener independencia para nada", explicó por Continental.

Sobre las consecuencias de la operación, destacó que retomó su vida normal "inmediatamente. Estuve tres días en terapia, cuatro días en sala, y a la otra semana ya estaba cursando otra vez en la Facultad. Tardé un poco más en volver a la actividad física, pero podía hacer mi vida normal".

En La Mañana, reseñó que actualmente sigue practicando deportes, como toda su vida. "Luego de la operación, me prohibieron y me prohibí los deportes de contacto por una cuestión de que el órgano uno lo tiene en la espalda debajo de los músculos lumbares, que lo protegen mucho, y cuando lo trasplantan pasa a estar en el abdomen, entonces es muy vulnerable a cualquier golpe. Con el paso de los años, se dio la posibilidad de que la Asociación Deportiva de Trasplantados buscara deportistas para competir en los mundiales de trasplantados en voley, también juego al tenis".