El Observatorio de la Universidad Católica Argentina presentará hoy un informe sobre el trabajo infantil en la Argentina, que confirma que un 27% de los adolescentes argentinos de clase media entre 14 y 17 años, se encuentra en actividad laboral.

En tanto, si se abarca el espectro completo de clases sociales, la proporción de adolescentes que trabaja representa un 32,4%. Dicho sondeo abarca 6.400 casos en ciudades de más de 60 mil habitantes de todo el país, de los cuales la mayoría lo hace en un negocio familiar o se desempeñan como cadetes o repartidores.

El dato, según releva el diario Clarín genera importantes consecuencias a nivel académico, dado el impacto que ese esfuerzo extra provoca en sus estudios, tales como retrasos en el aprendizaje, repitencia y hasta abandono de la escuela.

Sucede que, además de cumplir un horario laboral -con un promedio de 5,75 a 6,8 horas trabajadas por día- muchos chicos también deben realizar tareas domésticas, como lavar, limpiar o cuidar a sus hermanos. La media de horas trabajadas por semana entre los chicos de 5 a 17 años fue estimada a partir del relevamiento en 5,75 horas diarias, en promedio.

Según se desprende del estudio de la UCA, esta situación es uno de los factores clave en cuanto al nivel de ausentismo entre los adolescentes de clase media. Casi un 20% de los chicos suelen faltar a clase más de 3 veces por mes, el doble de los que no trabajan.

En tanto, el 21% de los adolescentes que trabajan se atrasan en sus estudios y más del 8% deja de asistir a la escuela.

El Ministerio de Educación ya se había manifestado en cuanto a la edad avanzada en los estudios en la última prueba PISA, donde pidió un apartado especial con los resultados de los chicos de 15 años que estaban en 3° año del secundario: el 36% del total está atrasado.

Ianina Tuñón, socióloga y autora de la investigación, explicó que “el problema del trabajo infantil se da en todas las clases sociales. Tiene mayor peso en las clases bajas, donde esta actividad tiene que ver con sólo con una necesidad y con la pobreza. Este peso sobre sus espaldas determina un menor rendimiento en el aula”, releva Clarín.

“Antes de realizar el estudio teníamos el prejuicio de que el trabajo doméstico impactaba menos en la educación que una actividad fuera del hogar para ganar dinero. Pero concluimos en que no, el detrimento que producen en la educación ambos tipos de trabajo es similar”, agregó Tuñón.

Los sitios en donde se observa un mayor impacto de este problema son cuatro grandes urbes: Gran Buenos Aires, Gran Córdoba, Gran Tucumán y Gran Mendoza. Y según los expertos, se trata de un problema histórico que, no obstante, en los últimos años ha tomado dimensiones preocupantes.