El Obelisco se tiñe de mágicos sonidos con la presencia de Daniel Bareinboim en vivo junto a toda su orquesta, en uno de los sucesos culturales y populares más importantes del año.

Una de sus músicas, la instrumentista israelí Meirav Kadichevsky, quien toca el oboe, resaltó las cualidades y sorpresas que le produjo compartir el escenario con profesionales tan diversos y de todas partes del mundo.

Hija de argentinos, Meirav, de 32 años, desarrolló dentro de la orquesta un gran proyecto musical y humano. “Vine una vez a Buenos Aires a los diez años, con mi familia y después en 23 años no volví hasta que vine con Daniel Barenboim, hace cinco años”.

“Como el maestro Barenboim no hay, a él le gusta enseñarle a los músicos, que es algo que otros directores ya no hacen tanto. Tiene una profundidad que no se encuentra en otros directores”, resaltó Meirav.

La oboeista admitió que “nadie de mi familia es músico, yo empecé tocando la flauta y me enganchó”.

Integración grupal. “Nosotros tenemos la parte musical que cuando tocamos somos todos iguales, todos juntos trabajamos para una misma causa”. En ese sentido, remarcó que fuera de la música “sí se notan las diferencias personales, no siempre estamos de acuerdo. Pero creo que la especialidad de la orquesta es compartir experiencias: vemos al otro como un ser humano y no como enemigos”.

Meirav llegó a la orquesta del maestro Bareinboim en el año 2003. “Tenía muchos amigos que ya habían tocado ahí, conocía de qué se trataba. Al llegar, era mi primera oportunidad de encontrarme con ciudadanos árabes”.

“Tuvimos la oportunidad de tocar al aire libre. Es una experiencia totalmente diferente y son conexiones que dificultan un poco la calidad auditiva. Pero va mucha gente, es muy importante. Esto le da la chance a todos de poder escuchar”, señaló la música.