Antropólogos de la Universidad Estatal de Missouri, en los Estados Unidos, han revelado que las mujeres tienen una mayor tendencia a la infidelidad que los hombres. El revelador hallazgo, determinó que las damas se aburren de la uniformidad sexual y por ende, serían presas de una fuerte proclividad a lanzar “la chancleta” a la estratósfera, cada dos por tres.

Nada menos que Wednesday Martin, es la piedra basal de la investigación, y se refiere a la misma como "la gran corrección". La prestigiosa científica, asegura que existe una imagen equivocada sobre la libido femenina. "La nueva investigación está corrigiendo las nociones falsas de que las mujeres tienen menos libido, que las mujeres son más monógamas por naturaleza y que es más fácil para las mujeres formar pareja de por vida", revela Martin mientras responde un mensaje privado en Instagram.

Inmediatamente la experta indica que: “Mientras que los hombres pueden tener niveles más altos de deseo espontáneo, las mujeres toman la delantera para el deseo de respuesta o desencadenado”, asegura. "Las mujeres se aburren de la uniformidad sexual", plantea el estudio. “Hemos internalizado esta idea de que los hombres son el sexo más lujurioso y eso no es cierto”, indica, mientras entra en calor.

La idea, desde un punto de enfoque mas nítido, es que los hombres pueden tener un arrebato, un momento de debilidad; mientras que las mujeres, ya aburridas del mamerto de turno, deciden planificar una o varias infidelidades totalmente premeditadas.

Por otro lado, el estudio desmorona el sospechoso mito, de que las féminas engañan a sus parejas por motivos emocionales y aseguran que en realidad, lo que buscan es satisfacción sexual, algo que era aceptado entre los individuos masculinos, pero desdeñado entre las mujeres. De acuerdo a la investigación de la Universidad Estatal de Missouri, las mujeres no engañan porque buscan la conexión emocional, sino porque buscan gratificación sexual.

De modo que, estimada, no la caretee. Si le pintó el fiestón, a hacerse cargo, no fue porque no le hayan hecho el desayuno o por desmanejos reiterados con la tapa del inodoro. Lo dice la ciencia.