La secretaría de cultura de México envió una carta a la empresa de jeans Levi’s en la que reclama una compensación económica para la comunidad mazateca por copiar sus bordados en camperas y pantalones de jean. Se trata de  bordados muy coloridos que realizan las mujeres de Oaxaca con técnicas ancestrales. 

El reclamo de la Secretaría de Cultura está basado en una política de estado, respaldada por declaraciones internacionales que protegen los derechos de los pueblos originarios y por la Ley Federal de Derechos de Autor, que este año estableció una reforma según la que “el Estado mexicano otorga protección a las obras literarias, artísticas y artesanales de las culturas populares”.

La carta, además, señala que la multinacional debería haber pedido permiso al usar los bordados, y no “deformar la obra” original. Recordemos que esas prendas muchas veces guardan símbolos que se transmiten a través de generaciones,  y que cada color o forma suele tener un significado.

Detrás de este tema existe un concepto que viene dando vueltas desde hace tiempo: la “apropiación cultural”, un llamado de atención sobre la injusticia que muchas veces acarrea la toma expresiones culturales sin pedir permiso. La abogada Susan Scafidi, autora del libro Who Owns Culture?: Appropriation and Authenticity in American Law (¿Quién es el dueño de la cultura?: Apropiación y autenticidad en el derecho estadounidense) lo define así: “tomar propiedad intelectual, conocimiento tradicional o elementos de la cultura de otra persona sin permiso. Esto puede incluir el uso no autorizado de danza, vestimenta, música, idioma, folclore, cocina, medicina tradicional, símbolos religiosos, etc. de otra cultura. Es muy probable que esto sea dañino cuando la comunidad de origen es un grupo minoritario que ha sido oprimido o explotado en otras formas”.

La disputa con las comunidades mexicanas no es nueva: ya sucedió con marcas de la talla de  Carolina Herrera, Zara o Louis Vuitton que usaron diseños de distintas comunidades para comercializar productos que cuestan miles de dólares. Lo que se reclama en estos casos es que se pida permiso a los autores, y que, si se llega a un acuerdo, se traten los productos de manera respetuosa con las tradiciones y que exista una compensación justa para pueblos que, en muchos casos,  están en situaciones vulnerables.   

La apropiación cultural pone en tensión las relaciones de poder y dos fuerzas en disputa en el mundo actual:  por un lado, la globalización; por otro, las identidades locales.  Pero el concepto de “apropiación cultural” no debe ser banalizado: no todo es apropiación cultural y cada caso debe ser analizado con sus particularidades. La cultura está hecha de mixtura, de intercambio, de diversidad;  cuando ese intercambio es justo y consensuado enriquece a todas las partes. Las identidades y las culturas se han mezclado desde siempre, se trata de equilibrar las relaciones de poder y de poner en contexto cada caso particular.