El automovilismo deportivo alemán sigue en caída libre. En la década pasada, la presencia de un tetracampeón alemán como Sebastian Vettel no bastó para mantener el Gran Premio de Alemania en el calendario de la F1. El DTM, tras ser rescatado de la fuga de grandes marcas por Gerhard Berger y tirar un par de años con coches de GT3, fue cedido por los propietarios de los derechos a ADAC (una especie de ACA alemán), que ya tiene como principal categoría el ADAC GT Masters (corren con coches GT3, pero con butaca compartida, como el Super GT japonés). No se sabe si el DTM y el ADAC GT Masters se fundirán en un concepto nuevo, se mantendrán los dos o se fundirán las parrillas en un solo campeonato.

En este contexto, la F4 ADAC, el campeonato nacional de monoplazas de Alemania (que suma a Bélgica, Países Bajos y Austria) anunció que no aceptará inscripciones para el campeonato 2023 de la categoría, tras un 2022 en el que ya la inscripción cayó muy por debajo de los diez autos. El campeonato, lanzado en 2015 (el concepto F4 se inauguró en 2014), fue uno de los más fuertes de este primer escalón de la Pirámide FIA de campeonatos, con más de 20 autos por lo general; fue uno de los torneos que jamás logró recuperarse del Gran Encierro pandémico.

Esta noticia debe ser leída en contexto: desde que Gerhard Berger, creador del concepto de F4 y Fórmula Regional para recauchutar una Pirámide FIA colapsada tras la crisis mundial iniciada en 2008, se volvió a ir al DTM, y durante el período en el que la Comisión de Monoplazas de la FIA fue regida, en su lugar, por el inefable Stefano Domenicali, la incoherencia organizativa de los campeonatos formativos ha vuelto a campar a sus anchas: ante todo, en 2019 hubo dos fórmulas ‘regionales’ en Europa, porque Domenicali favoreció a ACI, el organizador italiano de la F4 Italiana (ex Fórmula Abarth) en detrimento de la oferta muchísimo mejor de Renault (rebautizada Alpine). Resultado: el campeonato ‘europeo italiano’ nunca despegó, mientras la Fórmula Alpine se llevaba la mayoría de la oferta de lo que antes se conocía como ‘Fórmula 3’. Todo llevó a que la organización italiana quedase subsumida en la francesa, en lo que hoy conocemos como la pujante Fórmula Regional Europea. La oferta múltiple no se acababa allí: siguen existiendo la histórica F3 Británica (hoy, GB3, con parrilla más poblada que la atribulada F4 Británica) y la Eurofórmula Open (un campeonato español siempre cascoteado por la FIA, y cada vez más raleado en su parrilla). A esa sobreoferta se suma para 2023 algo llamado Euro 4, un nuevo intento de los amigos italianos de Domenicali.

Los alemanes lo solucionarán otorgando dos plazas a sus pilotos más prometedores en el campeonato de F4 francés, organizado por la FFSA. Es una vieja solución: a principios de siglo, el colapso de los viejos campeonatos de F3 Nacional llevó a Francia y a Alemania a armar la exitosa F3 Euro Series, por la que pasaron la mayoría de los campeones del mundo de la F1 en este siglo.

Pero el problema de fondo persiste, y es no sólo organizativo, sino económico: incluso los campeonatos de F4 Nacional y Fórmula (3) Regional siguen siendo prohibitivos para los padres de los pilotos, y los sponsors están cada vez más remisos para poner la tarasca en pibes y pibas de 15 a 18 años. Así, los talentos que salen del Karting están cada vez más atados a los programas de desarrollo de los equipos de F1 (principalmente, pero no sólo, Red Bull, Ferrari, Mercedes).

En este como en otros aspectos de la gestión y la gobernanza de la F1, es necesario abandonar el paradigma ecclestoniano ‘more expensive, better’ (cuanto más caro, mejor), que no funciona desde hace quince años y ha fundido primero masivamente equipos y luego promotores y circuitos de carreras de Europa.

Hay que pasar a un sistema en el que la sponsorización pase de ser responsabilidad de padres y agentes de pilotos y sean la propia FIA, sus instituciones regionales y nacionales, los organizadores y los equipos los que se encarguen de recoger la sponsorización… como pasa en todos los deportes colectivos que no son el automovilismo: ¿se imaginan a un jugador de fútbol consiguiéndose un sponsor para que el Real Madrid le pueda pagar un contrato?

De estos dislates naturalizados hay que salir pronto, o la F1, que goza de su mayor prestigio en un cuarto de siglo, se quedará sin nuevos talentos por falta de torneos formativos para canalizarlos.