Después de la derrota en las PASO de 2021, el kirchnerismo la emprendió contra los errores del presidente, que a su criterio, condujeron a esa caída electoral, y exigió una renovación del gabinete, de los "funcionarios que no funcionan", según la carta de Cristina Kirchner, la vicepresidenta y jefa política de la coalición de gobierno.

Luego de largos días de tensiones, esa carta demoledora lanzada por redes sociales, torció el brazo de un presidente que pensaba demorar los cambios y entregó dos cabezas pedidas por el kirchnerismo: Santiago Cafiero, Jefe de Gabinete, al que refugió en Cancillería, y Juan Pablo Biondi, vocero y amigo, directamente apuntado por la ex presidente, por organizar "operaciones" mediáticas en su contra.

En definitiva, Alberto Fernández cedió a la potencia política de quien es en realidad la "jefa" del espacio, y si bien en su entorno no hubo conformidad con dicha medida, Alberto decidió ceder para mantener la paz en la coalición.

Estos tiempos son diferentes. El kirchnerismo, pese a esos "logros", no detuvo su ofensiva para torcer el rumbo del gobierno e incrementó las diferencias a partir del acuerdo con el FMI, firmado por el gobierno con apoyo de la oposición en el Congreso.

Pero Fernández había decidido "ponerse fuerte". Consideró el convenio con el Fondo un logro y tomó una actitud desafiante con sus rivales internos. Pasó tres meses sin hablarse con su vice y líder del espacio y sin ceder, e incluso, dando cierta pelea, confrontando retóricamente en los medios, y "plantándose".

Sin embargo todo eso le duró poco. El reencuentro con Cristina en el evento organizado por YPF generó otro contundente ataque de la vicepresidenta y otra cesión del presidente. Uno de sus hombres mas cercanos, Matías Kulfas, fue despedido por el señalamiento de Cristina.

Ahora los rumores dentro del gobierno son prolíficos y el temor de quienes se han mostrado cercanos al presidente en la confrontación, se disemina por toda la Casa de Gobierno. "Acá nos tenemos que cuidar cada uno nuestros propios culos, porque este tipo no nos va respaldar mas de 5 minutos", dice un funcionario muy preocupado.

Otros albertistas, hace ya días que buscan acercarse al kirchnerismo para evitar "una tragedia política" que los hunda para siempre. Por ejemplo el ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, que tendría acordado dejar su cargo, para refugiarse en Hurlingham, declinar su licencia y volver a ocupar la silla del intendente, en busca de su segunda reelección en 2023, con el agradecimiento K por la decisión tomada y por ende, su protección.

Pero no es el único, hay una suerte de desbande, un "sálvese quien pueda" al que colabora otro factor: ningún albertista confía en que Martín Guzmán los pueda sacar de este atolladero económico y el presidente le da cada vez más poder. "Se esta suicidando y viste como es esto del peronismo, te acompañamos a la puerta del cementerio, entrar, entrás solito", soltó un casi ex albertista, en estricto off, igual que Kulfas.

El futuro del gabinete es por demás incierto. Nadie cree que el gesto de Alberto aliviane la relación con Cristina y el kirchnerismo, al contrario, todos entienden que el grupo que responde a la vicepresidenta, se envalentona con cada objetivo conseguido.