El poder del presidente Alberto Fernández ya estaba por el pido, pero ahora, esa destrucción se consolida. Un hombre de su mas estricto riñon, quizás el último que quedaba en el gabinete, el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, presentó su renuncia después de las críticas masivas del kirchnerismo que lo tenía en la mira casi desde el inicio la gestión.

Por otro lado, otro hombre que se había transformado en muy cercano al gobierno, el titular de la cartera de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, también decidió dar un paso al costado y Fernández se ve ahora en la obligación de designar dos reemplazos, con muy pocas cartas en la mano.

Zabaleta, si bien tenía menos objeciones públicas del kirchnerismo, es intendente en uso de licencia de Hurlingham y La Cápora avanza en ese municipio con la idea de quitarle el control. El ahora ex ministro, decidió renunciar para no perder el control en su territorio, o al menos, para organizarse mejor para resistir.

El círculo de decisiones en el que seapoya el presidente para designar los reemplazos es cada vez mas reducido: Vilma Ibarra, Secretaria Legal y Técnica de la Presidencia, Santiago Cafiero, canciller y Agustín Rossi, titular de la AFI, son los tres funcionarios que rodean al presidente y buscan un reemplazo para los renunciados.

Fernández en una muestra de autonomía que no convence a nadie, busca prescindir de las opiniones de Cristina Kirchner y de Sergio Massa a la hora de decidir esos reemplazos, lo que podría acarrearle mas conflictos internos.