La marcha del campo fue realmente multitudinaria, importante a nivel volúmen y participación. El reclamo expresa la necesidad y el sentimiento de un sector, y ha quedado visto ayer, ese reclamo es apoyado por otros ciudadanos de otros sectores que simpatizan con la idea de los productores.

Pero, marchas como la de ayer, pacíficas, ordenadas ¿que efecto político causan? Todo indica que ninguno. La última gran marcha que cambió algo fue la del 19 de diciembre de 2001. No me refiero a la del 20, esa fue diferente, organizada, coordinada, con un fin predeterminado y diversas violencias.

La de la noche anterior, fue un grupo masivo de personas que salieron a golpear cacerolas a la calle y marcharon desde donde estuviesen, a la Plaza de Mayo. El presidente hasta ese día, Fernando De la Rúa, despidió a su ministro de Economía, Domingo Cavallo y la gente volvió a su domicilio. Pero se cargó un ministro y la promesa con ello de un cambio de política económica.

Pero hoy ¿que queda tras una marcha? Claramente ha cambiado lo que la filosofía alemana llamó el zeitgeist, o traducido, el espíritu de los tiempos. Todo indica que una masiva movida tuitera es bastante mas eficiente que una marcha. Pocos asisten a una marcha aunque sean muchos, en comparación a una campaña en redes sociales.

Los gobiernos se han bañado en amianto y desconocen los reclamos de este tipo, minimizan la participación, la restringen a un sector social, recurren a etiquetarlos como enemigos del pueblo, o de las instituciones o de lo que sea, y restringen su efecto.

Hablamos siempre de las manifestaciones pacíficas, la violencia logra otros efectos porque es marginal al sistema, como la generan los robos o las violaciones, el delito esta fuera de este análisis.

Si la búsqueda ciudadana es dejar sentado un punto de vista y simplemente esto, hace bien en marchar. Pero si lo que se busca es cambiar determinada política pública, deberá explorar alternativas mas eficientes.

Las movidas de un simple influencer como Santi Maratea muestran que el secreto de generar consecuencias está en otro lado, no en ocupar la vía pública. Es cierto, el problema que puso el campo en debate en el día de ayer, no se resuelve con una colecta, pero tampoco con tractores, no termina haciendo más que una curiosidad.

La empatía realmente masiva para lograr fines determinados se obtiene hoy, de otros modos, la convocatoria a formar parte de usa causa, requiere otros canales. La comunicación de guerra de Volodymyr Zelenski, debería ser motivo de un profundo análisis para quienes buscar generar adhesión a sus causas y cambiar conductas políticas.