Una canasta de 60 productos con precio fijo. Eso fue todo, desde que empezó la "guerra contra la inflación". En problema endémico, multicausal, enquistado en la economía y sociedad argentinas, es combatido con una suerte de "bombero loco", en una guerra con derrota cantada.

El gobierno parece apático, desconcertado todo el tiempo, fuera de foco, sin ideas ni iniciativa, consumido en una interna que no es de interés de la sociedad. Pero además, incluso en esa interna, el sector identificado con el kirchnerismo, tiene una idea de como intentar salir del atolladero.

Puede estarse de acuerdo o no. Pero hay un rumbo, un horizonte en esa ideología. El albertismo o el guzmanismo, no va para ningún lado. No resuelve. Se queda siempre a mitad de camino. 

Los dichos de Roberto Felletti, el Secretario de Comercio de este mismo gobierno, dejó dos sentencias que cada vez toman más cuerpo: 1)el acuerdo con el Fondo ya es letra muerta; y 2)Las medidas macroeconómicas para controlar la inflación las debe tomar el ministro de Economía.

Ambas cosas con perfectamente claras e indiscutibles. A estos niveles inflacionarios el acuerdo con el FMI se  diluyó en tres meses y por otro lado, desde Economía no hay respuesta a nada.

La espiral inflacionaria sigue subiendo y bien es sabido que sin medidas drásticas, detener ese incremento es extremedamente complejo. Hay casi dos años de gestión de Alberto Fernández por delante y es imprescindible una reacción inmediata para evitar una catástrofe.