Hace un par de semanas, cuando la batalla retórica entre albertistas y kirchneristas estaballa, el ministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires, Andrés "Cuervo" Larroque, dijo en una entrevista que el presidente pretende gobernar con sus cinco amigos.

La movida política que terminó con la renuncia de Roberto Feletti a la Secretaría de Comercio, pareció ser parte de esa idea y confirmar la tesis de Larroque: a Feletti no le quedaba otra que dimitir, porque la maniobra fue a efectos de someterlo a la humillación de quedar bajo las órdenes del funcionario que venía criticando: el ministro de Economía, Martín Guzmán.

En esta batalla todavía sin dirimir, el presidente, pese a sus llamados constantes a la paz, está jugando fuerte. Habla suave y juega fuerte. Las acusaciones del kirchnerismo, sobre que existen todo tipo de operaciones prensa contra Cristina Kirchner, que provienen desde Casa de Gobierno, toman cuerpo con movidas como la del sometimiento de Feletti.

Desde hace unos días, el kirchnerismo mira con cierta inacción. Cristina no está activa en sus declaraciones, ni tampoco ninguno de sus seguidores mas combativos. No es posible creer que van a aceptar estas "jugadas" como observadores, que van a perder más funcionarios sin dar pelea. Mas vale pensar, que es la calma que precede a la tormenta.