El presidente Alberto Fernández jugó fuerte, muy fuerte, como nunca antes. Eligió un medio cercano al gobierno, la radio "El Destape", y a allí volcó su estrategia, llevó la tensión de la coalición oficialista hasta el extremo, pese a que claro, dijo que no lo hacía.

"Valoro a Máximo y a Cristina pero no existe la presidencia colegiada, las decisiones las tomo yo”, espetó, para que quede claro lo que siente y además como sigue esto, de seguir. Luego se contradijo: "De mi parte no esperen un solo gesto que rompa la unidad". Pero el gesto que acababa de hacer puede implosionar la alianza que lo llevó al gobierno.

Es cierto, La Campora y Cristina Kirchner, lo abandonaron en el Congeso, durante la votación del acuerdo con el Fondo, y también es verdad, la ley salió igual sin ellos. Pero fue un hecho de total excepcionalidad, una temática única en la que la oposición votó con el oficialismo y ganó pese a no tener a La Cámpora, por única vez.

Tal vez esa victoria dibujó, en el escenario político presidencial, una falsa sensación de poder. Pero Alberto esta lejos de ser un presidente fuerte, que pueda plantarse como lo hizo: "obedecen o se van". Fernández sin el kirchnerismo no saca mas una ley del Congreso en lo que le resta de gestión. Y aún peor, Alberto sin los Kirchner no tiene respaldo electoral, no tiene votos.

Después de la victoria del gobierno en 2019, donde capturó cerca de un 20% de los votos por encima del 30% que conserva en su poder el kirchnerismo duro, en la elección de medio término del año pasado, el oficialismo volvió a depender absoluto de los votos propios de Cristina Kirchner, ni un solo independiente acompañó. 

La sumisión a su autoridad que propone el presidente, requiere un gran poder, que parece no tener ni de casualidad. Un ruptura forzada con declaraciones como las de ayer, genera: dos bloques fuertemente disminuidos en ambas Cámaras del Congreso, tan débiles como nunca tuvo un presidente desde la recuperación democrática; y además, la pérdida de una suma de dirigentes hábiles y capacitados para gestionar la administración, porque más allá de que se piense como ellos o no, son de los mejores gestores que tiene el gobierno.

Pero básicamente, pierde votos en su intención reeleccionista ya varias veces manifestada. Hasta las declaraciones de ayer, La Cámpora buscaba presentar un candidato alternativo en una primaria del Frente de Todos para enfrentar a Alberto. Algunos dicen que si deciden abandonar completa y definitivamente al gobierno, podrían presentar un candidato "por afuera", compitiendole al propio presidente en la elección general directamente, lo que sería totalmente demoledor para las ambiciones de Fernández.