El presidente Alberto Fernández había despertado una enorme expectativa, había anunciado en medio de exclamaciones discursivas, que ayer empezaba la guerra contra la inflación. Pero lo que hizo fue tirar un canto rodado, de lejos, y sin fuerza.

La vida política argentina estuvo plagada de subas y bajas económicas, padecimientos, inflación, deuda, al menos, desde que la dictadura genocida, además de profundas heridas sociales, dejó una enorme deuda externa.